domingo, 7 de abril de 2019

De las cosas que escribo aunque no existan

Una de las cosas que a  mí como poeta  más  me cuesta es lo que llamamos "armar un poemario", que no es otra cosa que ordenar de una manera coherente, o por lo menos aproximarse, un libro de poemas antes de ser publicado.

Me ha pasado con este último libro, PAPELERA DE RECICLAJE, que verá la luz después del verano bajo el sello de Ediciones Vitruvio.  Finalmente encontré títulos para tres apartados uno de los cuales dedico a cosas sobre las que escribo aunque no existan.

Si muchas veces dudo de las razones por las que escribo, jamás me cabe ni la más mínima  respecto a que tiene que ser siempre sincero aquello que expreso en mis poemas, en mis novelas o en mis relatos... Aunque no exista. 

Tal vez no sea fácil de entender así, a primera vista, pero yo sé que muchos de mis colegas me sabrán de qué hablo, por lo menos aquellos a los que la vida se les queda a veces estrecha, como a a mí, y sienten la necesidad de expandirse a través de la palabra, de la pintura, de la música. Y entonces inventamos esos otros mundos inexistentes para algunos, pero que palpitan allá donde nosotros viajamos en cuanto podemos.

Nada que imaginemos tiene cercenada su existencia. Muy al contrario, como genios de la lámpara, damos la posibilidad  de una vida cuasi eterna, en donde no hay lados oscuros, o tal vez sí, pero siempre acompañados de emociones.

Por eso el día a día es un prisma de cien caras en donde mirarme, en donde miraros mis queridos lectores, como esa bolas de las discotecas que reflejan miles de haces de luz que a veces nos ciegan, pero como polillas nos atraen a esa luz que todo lo ilumina cuando se cierra un poema, un relato, una novela, donde hemos escrito todo aquello que vive dentro aunque  no exista.

Sed felices.

(c) Foto EME.

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