sábado, 27 de febrero de 2021

Negacionismo y cansancio

 Se me ha ido febrero de entre las manos. 

Veo que mi última entrada fue el día 14 , el día dedicado al amor. Algunas cosas han cambiado, pocas, otras persisten tozudamente.

Un mes y una semana de confinamiento perimetral, sumergidos en esta burbuja de pandemia, que, a pesar de ser una cruda realidad, me mantiene, nos mantiene, sujetos a una especie de distopia que dura ya un año.

Durante este tiempo las posturas de muchos se han ido distanciando, llegando algunos a negar que esto sea tan grave, y poniendo encima de la mesa que no es otra cosa que una manera de controlarnos. Otros, también muchos, lo que estamos es cansados, cansados, precisamente, por no perder los estribos, por no abandonarnos a los fácil.

Creo que todavía no somos conscientes, por suerte, del todo del proceso que nos rodea. Hemos sido capaces algunos de desarrollar todo un amplio espectro de mecanismos de defensa para que, además del coronavirus, no nos ataque la desesperanza, la apatía, y para que nuestros  días no se llenen de toallas tiradas por abandonar el combate.

Yo también, lo reconzco, mis queridos lectores, estoy cansada. Hay días, que como digo en uno de mis poemas, todo se convierte en basto paño húmedo puesto a secar en un tendal de tedio... Pero entonces sucede un pequeño milagro: oigo cantar a un mirlo, veo como las primeras flores, las de los prunos, comienzan a asomarse, contemplo los árboles con algunas yemas que pronto serán hojas, alguien me dice que me quiere, oigo la voz de Leyre dándome los buenos días.

Entonces me aferro a esa vida que se me ofrece (otros la han perdido, desgraciadamente) y pienso qué derecho tengo a negarme la oportunidad de seguir adelante, mientras las fuerzas no me falten. Y me siento ante el ordenador y os escribo, como llevo haciendo más de diez años, para contaros estas cosas, y otras, y mantener estos extraños pero apretados lazos de amistad.

Negar la realidad no sirve de nada. Aprender de ella para saber más de nosotros soporta ese cansancio que nos tienta a abandonar la batalla y darnos por vencidos
.

Sed felices.

(Foto: Elena Muñoz)

domingo, 14 de febrero de 2021

Tres sonetos para celebrar el Amor

El soneto es la composición poética por antonomasía para hablar de amor. Algunas aprendizas, aún, de poeta osamos componer alguno . Hoy os los dejo para que los dediquéis a quien os apetezca.
 
 
 
AMOR
 
 
Arquero que avista ya la pieza
preparando su flecha apasionada.
Con precisión aguda es lanzada,
a su víctima traspasa con certeza.
 
Atraviesa el alma cautivada,
que al pronto pierde la cabeza
incapaz de ver más que belleza
al instante de estar enamorada.
 
Ora ríe, ora llora, corazón preso.
Parece no estar en sus cabales,
tormenta de emociones y de exceso.
 
Vuelve Amor a jugar, niño travieso.
Pobres de nosotros, tristes mortales
que entregamos la vida por un beso.

 

AMANECER

 

En tus ojos amanece el nuevo día
un rayo de sol se despereza,
siento junto a mi cuerpo la tibieza
y espero que tu boca me sonría.

Sintiendo nuestros besos todavía,
la pasión convertida ya certeza,
sin rincón en que quepa la tristeza,
envueltos en un velo de alegría. 

Selló nuestro amor la noche oscura 
mudo testigo y cómplice callado,
coartada al deseo siempre procura

Pensar en perderte es mi locura, 
a pesar de tenerte aquí, mi bien amado.
¡Por qué será el amor siempre tortura!

 

SONETO II

 

Te amo y te amo sin medida.
Te amo más allá del pensamiento.
Noto dentro de mí tanto tormento
que si te amo más daría la vida.

Toma mi amor como ascua encendida,
huracán, tornado, seísmo violento
que me trae y me lleva con el viento.
Cuando no estás tú estoy perdida.

El sol en el día, en la noche luna,
el agua en el ardoroso yermo:
tú eres mi guía, tú eres mi fortuna.

Vivir tu ausencia es el infierno,
saber que la esperanza es ninguna:
la muerte en un instante eterno.

 

 

 

domingo, 7 de febrero de 2021

EL APARATITO

 Hace unos diez años uno de mis profesores de COU me  hizo llegar a través de las Redes Sociales  la que es mi primera publicación en letra impresa.

Con 16 años escribí este artículo en la revista del centro.  Ya en él reconozco mucho de lo que ha sido mi manera del ver ver el mundo, con un sentido crítico de lo banal, en este caso de la manipulación de la televisión a través de la publicidad. Y entonces solo había dos cadenas.

Comparto con vosotros emocionada este recuerdo.