domingo, 19 de mayo de 2019

Discutir, no debatir

Somos, por regla general, un país que discute y no debate.

Podría pensarse que hay una línea muy delgada entre ambas acciones, pero no es así. Porque en el debate se confrontan ideas, en la discusión solo se intenta tener razón.

Yo que me muevo por las redes sociales diariamente lo he podido comprobar durante la anterior campaña electoral, y también por extensión, en la que ahora estamos inmersos. No se debate, repito, se intenta imponer las razones propias o se repite como un disco rallado una serie de consignas con la  esperanza de que cuelen. pero no hay argumentos ni respeto a la palabra del otro.

No cabe duda de que todos queremos arrimar el ascua a nuestra sardina, pero deberíamos pensar que, a lo mejor, escuchando  encontramos algo que es positivo, algo que nos señala un dato, un problema o una solución en la que no habíamos caído y, entonces, nuestro mirada se amplía y enriquece.

No sé si son los años, pero no me gusta nada la manera de hablar tan violenta que escucho y leo en algunos, y también en algunas. Son borbotones llenos de rencor, ácidos, que salen a chorros incontenidos y que hablan más que de debate de venganza verbal. La ironía desaparece y se convierte en sarcasmo, que es el hermano de la anterior, pero carente de inteligencia.

Vuelvo a la premisa inicial. Discutimos, pero no argumentamos, oímos, pero no escuchamos. Convertimos a todo el que no está de acuerdo con uno mismo no en adversario, sino en enemigo, y antes de saber lo que va a decir ya estamos buscando como rebatir. No confrontamos ideas, como ya he dicho, sino palabras, y en ocasiones ásperas, mal sonantes, llenas de vocablos gruesos que convierten cualquier discurso en una batalla a pedradas.

El ya muy manido "convencer que no vencer" nos viene muchas veces grande. Porque para lo primero hace falta inteligencia, conocimiento y empatía.  Para los segundo simplemente fuerza bruta convertida en palabras hirientes, en verborrea.

Os pido disculpas, mis queridos lectores si este post me ha salido un poco gris, pero a veces el cansancio ante la falta de comprensión que me rodea hace mella y no queda otro remedio que expresarlo.

Pero seguimos, siempre, caminando hacia adelante
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Sed felices.
























domingo, 5 de mayo de 2019

Las piedras de colores

Primer domingo de mayo, Día de la Madre. Ya he recibido la primera felicitación, la de mi hijo mayor...

Estoy en mi estudio trabajando en la campaña electoral. La verdad es que desde hace dos meses parece que el universo se ha parado para solo centrarse en candidaturas y elecciones. De repente mi mirada se detiene sobre dos pisapapeles, dos piedras de colores que mis hijos me decoraron de niños, hará unos veinticinco años, como regalo de otro día como hoy y que siempre he guardado como un tesoro. 

¡Qué deprisa pasa el tiempo! Hoy ya soy la madre y la abuela, sin que nadie haya ya delante mí, muy a pesar mío. Eso me causa un pellizco en el corazón, aún a sabiendas de que es ley de vida, de esa vida que siempre he amado, porque me enseñaron a hacerlo y porque soy agradecida.

Seguiré guardando esas piedras de colores, recuerdo de esos niños, hoy dos hombres maravillosos, que valoran la familia por encima de todo, trabajadores y honestos, que me quieren y respetan, y me apoyan en todo lo que hago, siendo consciente de que yo nunca he sido una madre corriente. 

Para mí eso es el mejor regalo.¡Qué más puedo pedir!

Feliz Día a todas, en presencia y recuerdo. Feliz día, mamá, dónde quiera que  estés.