viernes, 31 de diciembre de 2021

Cada uno en su casa

 Última entrada de 2021

De las tres fechas que celebramos dentro de la Navidades la que menos me gusta es esta, la de hoy, la del paso de un año a otro. Aunque tengo que decir que la he celebrado  siempre, excepto en dos ocasiones, en familia.

Este año será totalmente diferente. No estaré con mis hijos, ni con mis nietos, ni con mis hermanos. Cada uno estará en su casa. Unos porque han recibido la desagradable visita del coronavirus. Otros, como es en nuestro caso, por prevención.

A pesar de ello quiero que no pase sin pena ni gloria. Quiero, precisamente porque esta Noche vieja viene teñida de tristeza y frustración hacerla lo más tradicionalmente posible. El menú está elegido, y dentro de poco encenderé el horno para el plato principal y comenzaré a preparar los entrantes. Antes de dar las campanadas nos conectaremos por Internet con mis hijos y nietos para comer las uvas juntos y desearnos un feliz año.

Lo haremos con toda la fuerza que en cualquier circunstancia acompaña a la necesidad de olvidar lo amargo para disfrutar, aunque sea de una manera más pequeña o diferente, de aquello que se hace con amor. La distancia nada tiene que ver con el olvido. Conmigo estarán también aquellos que, ojala pudiera, no pueden ya hacerse presentes nada más que con el recuerdo, pero estarán.

Todos los días, todas las noches, y la de hoy no va a ser una excepción, persisto en la tarea de entender esta vida que nos coloca tantos óbices, pero que es la que tenemos aunque nos ponga a prueba y nos obligue una noche como esta a brindar por 2022 cada uno desde su casa.

Feliz año, mis queridos lectores, feliz año. Os deseo que el tránsito se un año a otro sea todo lo feliz que os sea posible. Cuidaos mucho.

domingo, 19 de diciembre de 2021

Me sobra información, me faltan besos

 

Hoy me he permitido usar como entrada dos versos de un poema que se incluye en mi nuevo libro en preparación: "Como un sediento a la orilla del mar". Aunque este poema está escrito hace tiempo sigo con la misma sensación.

Cada día amanezco con la reiteración de las mismas palabras, las mismas noticias, el mismo tono de los periodistas que comentan sin solución de continuidad la muerte por violencia de género, la subida de la inflación o los goles del equipo de turno. Palabras tremendas, agobiantes, que se convierten en una pinza en el estómago y cuyo protagonista principal es la pandemia.


No niego que me preocupa contagiarme, pero sin duda, en estos momentos mi mayor preocupación es no dejarme vencer por le desánimo que me ronda como buitre a la carroña. Da igual con quien estés, en donde estés, que la conversación derivará en lo mismo: un cuñado, un amigo de un amigo, un primo, un "esto no se acabará nunca", "la tercera dosis no protege de la variante omicrón"... Todo un despliege de barrenas que van explotando minando cualquier esperanza.

Esa "información" me sobra. porque me urta la ilusión y las ganas de sonréir. Porque me roba los besos, y los abrazos, esos que ya nunca más podré dar.

Soy absolutamente consciente de la situación sanitaria, pero no necesito que me machaquen todos los días con  la misma historia, sobre todo por parte de quienes piensan que ser "realistas" salvaguarda de nada. A lo más que llegamos es a convertir la vida, la ajena y la propia en un auténtico agobio.

Perdonad, mis queridos lectores, que este post destile tanta falta de alegría, pero una, que siempre se ha tenido por resilente, está llegando a flojear, sobre todo porque empieza a no entender para qué tanta información sin solución.

Dentro de unos días comenzará las Fiestas de Navidad. No sabemos muchos aún cómo ni con quien, pero yo haré el solemne propósito de empezar a vislumbrar más allá de lo que me rodea. Necesito vivir, no sobrevivir.

¡Ah! Y el 26 de diciembre me pondré la tercera dosis.

FELICES FIESTAS.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Junto al mar

 Un año más estoy aquí, junto al mar. 

 

Un paisaje conocido, pero muy distinto, porque este mar no es el del verano, rodeado de gentío, cubierto de bañistas, con su orillas convertidas en paseos atestados, haya o no pandemia.

No, este mar se transforma en su propia identidad, inmensidad azul que se extiende hasta donde abracan mis ojos. Un año más me acerco en estos días de reposo a su acogedor abrazo y sosiego: sé que nunca me va a defraudar.

Este año he llegado a su orilla especialmente cansada, un tanto abatida. Entiendo y me comprendo, porque los días se suceden con una impenitente monotonía: pandemia, economía, economía, pandemia, lo mal que va todo según la oposición, nueva variante, economía... 

No es que me queje, no he sido nunca de quejarme mucho. Primero porque no he tenido razones objetivas, y, segundo, porque mi manera de ser me impide hacerlo, aunque las tuviera. Si  encontrara, además,  una tercera razón, diría que siempre la vida me ha colocado en el lado de tirar del carro, de ser yo la que anime, de convertir la lástima en resistencia.

Pero con todo y con ello, con el entrenamiento que mi existencia me ha ido marcando, hay momentos en que me siento cansada,  en que miro a mi alrededor y el desconcierto me invade. Entonces me acerco a la playa y noto como dentro de mí surgen emociones reconfortantes, reconocibles, esas que me hablan de que, a pesar de todo, cada día que amanece es una esperanza para hacer y para cambiar.

Por eso, un año más, estoy junto al mar.

Sed felices.


domingo, 28 de noviembre de 2021

Memento mori

 Siempre lo digo, y lo repito. Ante la única certeza que tenemos no estamos preparados. Siempre la muerte nos sorprende, más aún cuando quien se va es alguien que pertenece al imaginario popular.

 

 
Mientras estamos metidos en el fárrago dela pandemia ayer se marchó, sin apenas ruido, la escritora Almudena Grandes a causa de una enfermedad que nada tiene que ver con el Covid. Porque la gente se está muriendo de otras cosas además que no son este maldito virus, porque los seres vivos somos mortales, independientemente de nuestra fama, dedicación o edad.

En el Imperio romano, cuando los césares entraban triunfantes, después de una victoria bélica o una hazaña,  en el mismo carro tras el emperador se colocaba un esclavo portando una corona de laurel, símbolo de la grandeza. Sujetaba la corona sobre la cabeza del vencedor, mientras le murmuraba al oído  "memento mori", "recuerda que eres mortal". Simplemente era para tomar conciencia de que por mucho que haya loas y grandezas la muerte nos llega.

No voy, mis queridos lectores, a hablar de los méritos literarios y personales de Almudena Grandes. Hoy los  medios de comunicación están llenos de palabras mucho mejor dichas y escritas que las mías.  Pero sí es verdad que el fallecimiento de la escritora, tal vez por ser casi cohetáneas, me lleva a esta reflexión sobre lo importante que es darnos cuenta de que por mucho que seamos un día dejaremos de ser.

La rebeldía ante la muerte es, a la vez, comprensible y un tanto inútil. Desde el momento que abrimos los ojos a la vida comenzamos nuestro camino hacia la desaparición. Lo importante, en mi opinión, es encontrar un sentido a nuestra vida hasta que llegue el final.

Almudena Grandes lo hizo, tanto con su literatura como con su compromiso social. No cabe duda que su partida ha sido muy temprana, pero en absoluto vacía. Deja tras de sí sus libros, sus opiniones, su manera de apoyar a los vulnerables. Y eso, aunque suene manido, hace que no se haya ido del todo.

Sí, somos mortales, no debemos olvidarlo, pero también somos capaces de transformar, en el tiempo en que caminamos por el sendero de nuestra existencia las circunstancias, para que cuando partamos algo hayamos hecho que ayude a los demás, que quede en los demás.
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Así lo hizo Almudena Grandes. Que cunda su  ejemplo. Descanse en paz.



jueves, 25 de noviembre de 2021

QUIEN TE QUIERE TE HACE SOÑAR, NO LLORAR

Hoy es 25 de noviembre, y seguimos teniendo que poner el foco en este día que conmemora la lucha contra la violencia hacia las mujeres.  A pesar de años de reivindicaciones en este 2021 han muerto treinta y siete mujeres a manos de sus parejas o exparejas. 

Si bien es cierto que la mayoría de la sociedad está absolutamente concienciada sobre esta causa, seguimos teniendo mucho recorrido, porque no solo estamos hablando de maltratos físicos, sino, también, de aquello que van mermando la confianza, la autoestima, la ilusión y las ganas de vivir.

No hace falta una bofetada para que se salten las lágrimas. Basta con rodear los días de un halo de tristeza que, incomprensiblemente, se envuelve de "tequieros" y "perdones". Incluso, aquellos que han hecho del insulto una costumbre, del maltrato verbal o de la indiferencia un comportamiento hacia su pareja, se visten de cara a los demás de personas agradables, complacientes y dialogantes.

La sensación que se tiene, entonces, es de vivir en una montaña rusa de sonrisas y malas formas, de cariño y de "lo siento". Por delante la misma perspectiva de estar viviendo una cadena perpétua.

Cuesta mucho desmontar esa situación, incomprensible desde fuera. Para muchos lo que se ve es una pareja normal, en la que él colabora, rie y participa. Nunca esas situaciones de gritos, malos modos y lágrimas que siempre son privadas, a puerta cerrada.

Nadie que quiere a otra persona la hace llorar, nadie la envuelve de tristeza, nadie la trata con injusticia. Es cierto que a lo largo de una vida en común pueden existir disputas, o diferencias de opiniones, pero cuando las malas palabras a destiempo y sin razón se convierten en costumbre la realidad las transforma en puñetazos y bofetadas que no dejan marcas en la piel sino en alma.

Los silencios se ciernen como buitres en busca de los restos de la felicidad y de sueños y, en muchas ocasiones, solo quedan miradas nubladas por las lágrimas, parpadeos que en un trágico morse desgranan un S.O.S.




martes, 16 de noviembre de 2021

FINALES FELICES


Siempre dije que las grandes historias de amor nunca tienes finales felices. Baste ese recorrido por la literatura, contemplando los grandes amantes, aquellos que renunciaron, retaron o se opusieron  al destino: Romeo y Julieta, Paris y Helena, los amantes de Teruel… Ejemplos paradigmáticos de amor apasionado que, en cambio, terminaron de manera dramática. Sé que me diréis que tiene que haber parejas cuyo amor perviva hasta que, por mandato vital, se separen. Pues más razón todavía para mi hipótesis. Ni siquiera entonces el gran amor puede evitar la separación.

Siempre he pensado que en esos cuentos o historias que acaban con el triunfo del amor, con ese y fueron felices, se nos hurta el repaso, transcurrido el tiempo, sobre el qué fue de esa pasión arrebatada.

Porque realmente, al final, el amor se nutre de pequeñas, cosas, de detalles diarios y sobre todo, por una constante tarea de querer y quererse. Nada es eterno, ni siquiera la promesa del eterno amor.

Ese AMOR con el paso de los años se va transformando en una pléyade de sentimientos y emociones que acaba cristalizando en la amistad más profunda, en la lealtad y en la confianza. Entonces la palabra que surge es la de compañeros, compañeros de vida.

No penséis, mis queridos lectores, que estoy arrebatando el romanticismo a las relaciones de pareja, es que el romanticismo no es más que un recurso literario que nos aleja de la realidad.

Mi padre siempre decía que el amor lo podía todo. Es cierto, cuando ese amor se nutre de generosidad y del conocimiento de que solo crece lo que crece en libertad y armonía.

Dejemos que la literatura siga con sus tramas, o con sus poesías de pasión o ausencia. Recuperemos la capacidad de entender que los finales felices están cosidos con puntadas de momentos, de ciertas renuncias, y sobre todo, de amistad.

 

jueves, 11 de noviembre de 2021

Librerías

El frío de la calle se metía entre los pocos resquicios que la ropa de abrigo permitía. Su pequeña mano derecha, calzada con un guante de lana,  se aferraba a la de su padre, con cierto temor de perderla en el trasiego del gentío, que se cruzaba con ella. Con la otra mano palpaba un pequeño monedero en el que estaban a buen recaudo sus ahorros.

Por fin llegaron. La puerta del local era de madera, un tanto retranqueda, de tal manera que permitía no solo los dos escaparates al uso, sino otros dos más pequeños, en los que se exhibían, brillantes bajo las luces, toda clase de libros, aunque abundando más los de relatos.
 Se detuvieron un momento, para localizar el que era objeto de su visita. A ella, por ser pequeña, le costaba abarcar todo el contenido, pero habían sido tantas las veces que, camino del colegio, se había detenido para mirarlo, que no le costó más que un segundo localizarlo. Allí estaba, con la sobrecubierta de papel en la que había una preciosa ilustración.  Apretó la mano de su padre con una emoción contenida, lo que produjo una inmedita sonrisa en aquel.

- ¿Entramos?

Los nervios la impedía ni siquiera contestar. Solo pudo asentir con la cabeza.

En su interior, la librería era estrecha y por doquier se apilaban las obras en estantes y mostradores. El olor a papel impreso, en ese momento el mejor perfume para ella, le impregnó la nariz.

El librero la sonrió. Ya se conocían, pues semanas antes, había hecho la promesa  de guardar el libro hasta que ella pudiera ahorrar de su pequeña paga para comprarlo.

No hicieron apenas falta las palabras. El librero abrió el escaparate y con toda solemnidad extrajo el libro que depositó en las manos de la niña: Los cuentos de los hermanos Grimm.

Ya no existe esa librería. Por el local han pasado muchos negocios y en la actualidad hay un cartel de Se traspasa. Pero ella, siendo como es ya una mujer, sigue viendo en ese escaparate la belleza de los libros, algunos escritos ahora por ella,  y escuchando la voz de ese librero aquel día de otoño:


- Recuerda, pequeña, que nunca estarás sola con un libro.

Sed felices.


*Este relato esta basado en una experiencia de la autora.

 

sábado, 6 de noviembre de 2021

Siempre tus manos

 Hace unos días me reencontré con un amigo escritor. Hacía tiempo que no teníamos la oportunidad de charlar y nos citamos con la excusa de intercambiarnos nuestros últimos libros.

 

Charlamos de todo lo humano y lo divino, recordamos tiempos pasado y comentamos tiempos futuros. En un momento dado salieron a colación las manos, parte de la anatomía por la que yo siento ciierta debilidad o fobia, dependiendo de cómo sean. Reflexionando sobre este detalle sugerí que, después de haber pensado algunas veces sobre ello, esa fijación por la manos me proviene de mi padre.

Mi padre era un hombre polifacético, pero sobre todo era un artista. Me encantaba, y creo que ya lo he dejado reflejado en algún otro post, sentarme junto a él y ver como dibujaba. Toda mi atención se concentraba en las manos (las tenía muy bonitas) que, como si hicieran magia, transformaban el papel blanco y yermo en algo vivo. Era  maravilloso... 

Sea esa la razón o no, siempre que he conocido a alguien, sobre todo del género masculino, me he fijado en las manos, para bien o para mal. Incluso en alguna de mis novelas he querido extraer esta, digamos anécdota, como curiosidad.

Hace un tiempo reflejé esto, a tenor de una fotografía que le hice a Paco de sus manos (las tiene muy bonitas), en un poema. Hoy os lo  dejo, mis querido lectores.

Sed  felices.

 

TUS MANOS

Tus manos, siempre tus manos
alas recorriendo el cielo entre mi pelo,
caricias pronunciadas cuando tu boca 
calla. Besos extendidos por mis caderas
traspasando los límites de Venus.
Pinceles que dibujan el deseo. 
Tus manos, siempre tus manos.
Sueño en soñar en el hueco
de tu manos, eternamente siempre



lunes, 1 de noviembre de 2021

Noviembre ya...

Poco le queda ya este año 2021, sesenta y un día, descontando lo que llevamos de este. Cada vez pasa el tiempo más deprisa, pensamos


Recuerdo cuando era niña y adolescente las ganas de que llegaran los veinte años, esa barrera que me parecía era el paso a ser una mujer adulta.  Entonces la mayoría de edad era a los veintiuno, anunque yo tuve la suerte de que la Constitución me la concedió antes.

De los veinte a los cuarenta mi vida fue trabajar y criar a mis hijos. El tiempo empezó a volar. Hasta los cincuenta fueron años difíciles, pero el tiempo inexorable pasaba sin importar cual fuera su influencia en mi vida.Entonces llegué a los cincuenta y pensé que ese tiempo era mi tiempo. 

No voy a decir que no me ocupe y a veces preocupe el paso del tiempo, y que hoy , 1 de noviembre, no haga esta reflexión con vosotros, mis queridos lectores,  me asombre estar casi finalizando el año, pero hace ya años que me preocupa más la vida que el tiempo. Tal  vez la haga hoy porque es un día para la añoranza de aquellos que ya no están.

Los días, tras el cambio de hora, se acortan, la noche llega antes, el frío comenzará a empujarnos a los lugares cubiertos y se quedarán vacías las calles muy temprano. Pero la vida tiene su espacio, porque ella no entiende de calendarios, más allá del recorrido que cada uno quiera darle.

Hoy, como ya he dicho, que recordamos a las personas que se fueron sé que un día seré yo una de ellas, es casi la única certeza que tengo, pero no me asusta. Llegaré preparada a esa meta, aunque no sepa cuándo. Mientras, seguiré hacia adelante, cada día un poquito más despacio, pero dejándome guiar por la ilusión de vivir más allá de la arena de un reloj que, impenitente, sigue cayendo.

domingo, 24 de octubre de 2021

TIEMPO Y ESCRITURA

Me doy cuenta de que cada vez distancio más el tiempo con que me relaciono con la literatura.

Una novela medias, una obra de teatro a medias, un libro de poemas por corregir me esperan todos los días, pacientemente,  a que vuelva a esa tarea que otrora era mi vida.

Escribir fue durante mucho tiempo mi salvación., y ahora lo echo mucho de menos también. Hay días que lo siento como ese miembro fantasma que cuentan, que aún amputado sigue percibiéndose a veces con dolor.

Pero tengo que reconocer que mi cabeza no da para tanto. Este tiempo político, del que por supuesto no me quejo, sino, por el contrario, me siento orgullosa, me tiene abducido el pensamiento y del él surgen pocas ideas literarias. No obstante me obligo a escribir, como el atleta entrena todos los días.

Quisiera, mis queridos lectores, ser capaz de expresaros este "quiero y no puedo" que me invade cuando, ante la pantalla del ordenador, me exijo escribir aunque sea una línea. Y no, no es cuestión de inspiración, sino, más bien de expiración, de sacar hacia fuera lo que se esconde en mi interior.  Pero a pesar de todo, de estas dificultades que os comento, de mí surgen poemas, relatos, artículos, o post como este que hoy os escribo. Algunos se abren como una flor y exhalan ese perfume literario, otros en cambio, responden más a la técnica adquirida, pero les falta alma. Quizá la pandemia me ha desgastado más de lo que yo creo.

Este fin de semana he recuperado, de alguna manera, ese  latido literario a través de la presencia de Ondina Ediciones en la Feria del Libro de Rivas. De alguna manera, sí, he vuelto a sentirme escritora, y arropada por quienes se acercaron a la firma de mis libros. Verme rodeada de mis novelas, de mi poesía me recordó todas esas sensaciones que, cuando los escribía, me invadían; esa emoción de llegar al último capítulo, esa sensación de cerrar un poema.

Volveré a esos tiempos, seguro. La literatura, la escritura y yo somos inseparables, porque está en mí, aunque algo dormida, como esas semillas que esperan la primavera para germinar. En este caso será el otoño, o quizá el invierno, con su recogimiento los que provoquen que tiempo y escritura vuelvan a coincidir.


Sed felices.



domingo, 3 de octubre de 2021

Como los árboles

 Se avecinan cambios. Los habituales cuando pasamos de estaciones: cambiamos el armario, cambia la climatología, se acortan los días... Son esos cambios a los que, más o menos, estamos acostumbrados. pero también se pueden dar mutaciones de otros tipos. 

Tengo que confesaros, mis queridos lectores, que soy una  mujer cambiante, pero como un árbol. Adoro las sorpresas, los retos, aquello que mata el aburriimiento de lo seguro, de lo que sabemos que, día tras día nos ocurrirá. Pero, también, necesito saber que mis raíces están firmemente arraigadas, que mi tronco es resistente. Así afronto no solo con valentía, sino con ilusión, los numerosos  cambios que en mi vida se han ido sucediendo.

Porque mis raíces son mi familia, aquella en la que me crié con mis padres, rodeada de hermanos, abuelos, primos... Festividades celebradas de casas en casa en la que se cantaba, se reía, se comía, eso siempre. Momentos duros en los que hacíamos piña y sabíamos que no estábamos solos. Raíces en las que aprendí valores y recibí cariño.

Mi tronco creció firme, flexible a los avatares, nutrido por el conocimiento, el amor y la solidaridad, que ha podido expandirse a través de mis hijos y mis nietos. Sobre él, mis ramas, que se abren, con hojas que van del verde al amarillo, pero que siempre tienen la esperanza de la siguiente primavera en donde volverán a brotar.

Sí, como un árbol me siento, quizá por ello me reconforte verlos desde  mi ventana, certezas mutables que me saludan como a una igual. Ambos sabemos que los cambios solo son hitos en el devenir de la vida, aquello que nos permite ser distintos para seguir siendo  los mismos.


Sed felices.

domingo, 26 de septiembre de 2021

De obviedades, otoño y Puigdemont

 La vida está llena de obviedades, a pesar de que en estos tiempos que corren intentamos darles carta de sorprendentes. 

Ya estamos en otoño, obviamente, porque es la estación que sigue al verano. Las hojas empezarán a caer de los árboles, obviamente. Y obviamente, de nuevo, en el panorama político aparece la figura de Puigdemont para intentar dinamitar la mesa de diálogo con Cataluña.

Porque, mis querido lectores, la maniobra de ex president, a la par que burda, se ve venir de lejos. Casualmente aparece cuando las partes intentan, como así necesita España, incluida Cataluña, una solución a un conflicto que lleva enquistado tiempo y tiempo, fundamentalmente por la incapacidad del gobierno de Mariano Rajoy de abordar una solución. Y ahora, cuando por fin parece que se empieza la vía del diálogo y no la de la confrontación pura y dura, aquel que huyó cobardemente por patas para no asumir responsabilidades, sigue siendo un palo en las ruedas para sus propios paisanos.

Puigdemont es el ejemplo del mal político, del peor politico, de aquel que antepone sus propios intereses a los de la mayoría, estén o no de acuerdo con él, forzando que no dialogando, intentando ven cer por las bravas, que no convencer. Pero me creo, que esta vez, ha pinchado en hueso.

Todos y todas estamos cansados de conflictos. Bastante ya hemos luchado contra este maldito virus y queremos empezar a construir y no a destruir. Como ha dicho Gabriel Rufían no hay alternativa a la mesa de diálogo.

Cataluña necesita a España, España necesita a Cataluña. Esto también es una obviedad, como la de que en otoño se caen las hojas y  Carles Puigdemont cada vez más me recuerda al Coyote, en un intento de atrapar al Correcaminos, para acabar cayendo en su propia trampa.

Hoy es domingo y mañana será lunes, obviamente. Y quienes creemos que merece la pena sentarse a solucionar los problemas seguiremos apostando por ello, porque pensamos, obviamente, que España, que Cataluña se lo merecen.

¡Feliz otoño!


sábado, 18 de septiembre de 2021

"TEMPUS FUGIT" NO, "CARPE DIEM"

 Hace un mes que no entro en este sitio, mi lugar de refugio para tantas penas y alegrías, pero los diferentes acontecimientos me han llevado y traído como esas hojas que ya veo revolotear al anunciar el próximo otoño.

 

Junto con mis compañeros de Unicornio participé en el Festival de Teatro Aficionado de Girona (FITAG) con nuestra obra UNICORNIOS. Cuatro días agotadores pero llenos de la ilusión que siempre nos invade cuando pisamos el escenario.En Talavera de la Reina recogí el Premio del Público por nuestro montaje AMORES, DESAMORES Y OTRAS ZARANDAJAS, que nos concedieron por nuestra participación en su Festival internacional.


 

Un respiro para volver al mar con mis queridas amigas Encar y Gloria me cargaron de nuevo las pilas. Las Fiestas de mi municipio me abdujeron, como responsable de la caseta de Fiestas de Psoe de Rivas, durante otros cuatro días, con sus noches. Mientras la gestión en el Desarrollo económico y en el empleo como concejala han ido marcando mi día a día.

 


 

Todo ello intentando sobrellevar esta pandemia que, aunqueya percibimos su final, sigue pesando mucho.

Así ha transcurrido ese tiempo que se escurre entre las manos, a pesar de querer retener los momentos felices. 

Decían los clásicos "tempus fugit", aunque, para compensar, también exclamaban "carpe diem"... Pues eso, ante lo irremediable trufarlo de la ilusión de que mientras pasan los días, los meses y los años cada vez más deprisa, podemos detenernos para hacer aquello que nos llena de alegría. Porque las penas vienen solas...


Sed felices.

martes, 17 de agosto de 2021

Intransigencia

 

Me duele un poco esta confesión, pero cada día que pasa la intransigencia hacia ciertas cuestiones y actitudes van situándose en mí en primer plano. Cada vez aguanto menos a quienes pudiendo renuncian a sacar partido de sus fortalezas, o a quienes alientan, hipócritamente, los valores inexistentes en otros, simplemente por intereses espúreos. Qué decir de los que "discursean" incoherentemente entre lo que dicen y lo que hacen.

Se me hace muy cuesta arriba la mediocridad alentada por más mediocridad en una sociedad a la que día a día se le hurta la capacidad de pensar, de decidir por sí misma, mientras se le muestra como imprescindible lo que no es otra cosa que alpiste intelectual. Baste un barrido por las cadenas de TV, salvo raras circunstancias, para entender el ejemplo.

Pensábamos que esta crisis sanitaria nos haría mejores personas, y, en mi opinión, no ha sido así, salvo, y vuelvo otra vez a la salvedad, excepciones individuales. Hace tiempo que digo que me encantan las personas, pero que la "gente", como grupo, me resulta cada vez más incomprensible. 

Tal vez la cuestión, en mi caso, se reduce a ser intransigente con la propia intransigencia o la propia intolerancia. Quiero pensar que es es así, que sigo defendiéndome como gato panza arriba del discurso fácil del cortoplacismo y de la autocomplacencia.

Creo, que como todos vosotros, mis queridos lectores, hombres y mujeres de bien, lo sucedido en Afganistán estos días ha vuelto a ponernos delante de los ojos el horror y, al mismo tiempo, la decadencia de una sociedad occidental incapaz de ayudar de una manera real y práctica más allá de acciones puntuales. El fracaso de la vuelta de los talibanes nos lo demuestra. Veinte años convertidos en cenizas y lágrimas, abriendo de nuevo un tiempo de sufrimiento, sobre todo para las mujeres.

A veces, últimamente, me siento cansada, muy cansada, con la sensación de tirar de carros que apenas se mueven, encenagados en un barro de insolidaridad e inmadurez, donde importa más tomarse una cerveza que los fallecidos en las residencias de mayores; donde se vota a incompetentes simplemente porque dicen lo que queremos escuchar.

Tal vez sea el "síndrome post vacacional" o, y es lo más seguro, la constatación de que los seres humanos somos la única especie capaz de poner, un día y otro, las piedras en el camino para tropezar, y, luego, echar la culpa a las piedras.

Y eso, realmente, cada vez lo aguanto menos.

lunes, 9 de agosto de 2021

Poema dedicado junto al mar

 

Todo el que me conoce sabe de mi pasión por el mar. Él y yo nos encontramos por primera ve z cuando apenas había cumplido los cinco años. En la orilla de la playa de la Barceloneta, contaba mi madre, me qudé extasiada contemplando esa inmensidad viva, ronroneante, cuya espuma acariciaba mis pies. Fué un amor a primera vista.

Después siempre he vuelto a él, y ha sido mi inspiración para muchos poemas que ahora pueblan mis tres libros de poesía. El que ahora os dejo es del primero, Momentos de arena y hielo (2015) , en el que el mar es testigo del amor.

 

 


 

 

 

Poema dedicado 

Quiero hacerte un poema. 

Un poema que hable de ti, de mí. 

Y de ese mar que nos observa,

que nos mide a veces pacífico,

a veces bronco,

que lame nuestros paseos

cuando vamos cogidos de la mano

 por su orilla, y viste de plata y poesía

nuestros besos en el atardecer.

Quiero hacer un poema

 y leerlo contigo junto al mar. 

 

 

 

 

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