martes, 28 de noviembre de 2023

El primer insulto, la última puñalada

 

 Las cifras son escalofriantes. La violencia machista sigue segando vidas con su guadaña, sin ninguna misericordia, mientras que en lugares de este país en el que se mata a las mujeres por el hecho de ser mujeres, se retiran las políticas contra la violencia de género. Sin duda la responsabilidad de las administraciones es grande, pero también la de educar en los entornos familiares, así como la de enseñar tolerancia O a las niñas y adolescentes. 

No existe amor que falte al respeto. Primero será el insulto y, tras años de agresiones verbales o físicas, en ocasiones, como estamos viendo se acaba con la muerte. Por eso no hay que permitir ni siquiera el primer comentario que falte a la dignidad.

Algunas mujeres podemos pensar que ciertos comportamientos en la pareja simplemente son consecuencia de una conducta producida por el estrés, cansancio, o, incluso, en un extraño síndrome de Estocolmo, pensar que esa violencia ya sea física o verbal está producida por la propia conducta, e intentemos ser nosotras las que evitemos como sea provocar la reacción violenta. Esto puede llegar a cuestiones tan dramáticas como la que me contaba, hace años, una conocida que sabía que la mejor manera de que su marido no la agrediera era seducirle y tener sexo con él. Ella misma se tildaba de "puta", porque, aún asqueándola que la tocara, temía más aún los golpes.

Sé que no es fácil, sé que incluso, a veces, avergüenza señalar a quien comparte tu vida, es el padre de tus hijos, como un maltratador, Pero, precisamente por eso, por los hijos que merecen una vida lejos de la violencia, y sobre todo por una misma: no podemos ni debemos consentir ni un solo insulto, ni un solos gesto vejatorio.

Entre todo acabaremos, sí con la violencia machista, pero mientras siguen cayendo inocentes...


domingo, 12 de noviembre de 2023

Posverdad, carcoma de la sociedad

 Es domingo y luce un sol espléndido. 

Soy una mujer de otoño e invierno, creo que ya lo he dicho en alguno de mis anteriores post, porque la naturaleza ofrece sus mejores colores o se va remansando esperando la próxima primavera.

No obstante, corren malos tiempos para la lírica, que diría aquel. Tanta bronca, tanta palabra gruesa, tanta mentira enturbia una época que debería ser de sosiego, víspera de ese tiempo, apenas dentro de un mes, que llamamos Navidad,

 Sin embargo nos vemos atacados por fenómenos violentos que sin ser nuevos han llegado en estos días a sus últimas consecuencias, alentados por lo que se ha convertido en la carcoma de esta sociedad y arma de aquellos que se han instalado en la más radical de las posiciones : la POSVERDAD.

La posverdad, un fenómeno en el cual las emociones y creencias personales tienen más influencia en la opinión pública que los hechos objetivos, plantea desafíos significativos para la sociedad contemporánea. Su impacto negativo se manifiesta en la erosión de la verdad objetiva y la confianza en las instituciones. En un entorno saturado de información, la posverdad favorece la propagación de desinformación y teorías de conspiración, creando un terreno fértil para la polarización y la desconfianza.

Además, la posverdad  está ya socavando la calidad del debate público y la toma de decisiones contrastadas. Cuando las emociones y percepciones subjetivas pesan más que los datos verificables, se corre el riesgo de adoptar políticas y acciones basadas en percepciones distorsionadas en lugar de la realidad. Esto puede tener consecuencias graves en áreas como la política, la salud pública y el medio ambiente, crear caldos de cultivo para esa nefasta especie emergente que son los negacionistas.

Basta un paseo por las redes sociales para ver cómo políticos y medios que los apoyan, sin vergüenza ni reparos, sueltan por la boca lo que luego recogen las hordas infectadas de odio y también carcomidas por la homofobia, la xenofobia y la más abyecta ideología. Sin pruebas, o lo que es peor a sabiendas que es mentira.

Duro camino para los que creemos en la libertad y en la democracia, pero sabemos que no hay otro, y seguimos adelante.

Sed felices.