domingo, 24 de enero de 2021

¿Es el virus o somos nosotros?

 Tengo que reconocer, mis queridos lectores, que esta situación en la que nos encontramos me aprieta como una coraza que , a veces, no me deja respirar. No es porque no estuviera cantado, sino porque no hay nada que me descoloque más que la sensación de incertidumbre y, sobre todo, en aquello que no depende de una misma.

Hace diez meses, cuando tuvimos que confinarnos por el estado de alarma primero (recordemos que nos encontramos en un segundo) hice como tantos ciudadanos y ciudadanas, confiar en que podríamos con esta pandemia si estabamos unidos. Hoy me enfrento a un segundo confinamiento perimetral (terminamos el de ZBS y empezamos mañana el de todo el municipio) y las cifras se han disparado. La pregunta es: ¿es el virus o somos nosotros?

Si de por sí la pandemia está haciendo daño en cuanto la salud, no es más cierto que lo está haciendo a nivel social, diviendo a una sociedad entre los que cumplen las normas y los que no lo hacen. Y no es porque esto sea nuevo. Siempre ha habido quienes se han puesto por montera todo aquello que hace de la convivencia una forma de tolerancia, eso que decimos de "tus derechos no pueden pisar mis libertades" y vicerversa.  Y en este momento algo se nos ha movido del encuadre.

Tomemos por ejemplo la fiesta del teatro Barceló de Madrid  celebrada el pasado jueves, de la que hay un video ((*) ver enlace al final del texto), confirmado por la propia empresa, donde se ve bailar a una panda de energúmenos/as,  tomado copas, sin distancia y sin mascarilla. Vamos, que lo que viene siendo un delito contra la salud pública de todas, todas, importándoles una higa a estos imprensentables que la tasa de contagios en Madrid estuviera en 875 por cien mil, casi el triple que hace un mes. Visto lo visto, ayer volvieron a celebrar otra fiesta en el mismo sitio...  ¡Alucinante!  El 17 de enero, con Madrid cubierto por la nieve de Filomena, se detectaron 133 fiestas ilegales... Y esto es lo solo  que se hace público por los medios.

Tal vez sea por deformación profesional, pero me duele que se diga que esto ha sido por salvar la Navidad. ¡Mentira! A nadie le obligan ni a organizar ni a asistir a fiestas clandestinas, ni a agruparse en un banco quince sin mascarillas a fumar porros, ni a juntarse veinte en un domicilio a celebrar un cumpleaños, y menos a ir cinco a hacer la compra cuando podría ir uno. Tampoco es de recibo que sigamos viendo el transporte público abarrotado, o zonas abandonadas a su suerte en donde no hay ni las más mínimas condiciones higiénicas,  que la sanidad pública siga sin atenderse... 

Por eso, me temo, que no es el virus, somos nosotros. 

Mientras una parte de la ciudadanía no entienda que no se puede vivir persistentemente en este bucle de subidas y bajadas, que necesitamos la actividad económica segura, que mientras llega la vacuna la responsabilidad es la mejor inmunidad, no saldremos del agujero.

Por otra parte quien tiene las competencias que las ejerza, que no vaya delirando y haciendo unas políticas erráticas dando una de cal y otra de arena; y si no, ¡qué dimitan!.

Sed felices.

(/*)
Fiesta discoteca Barceló

lunes, 11 de enero de 2021

No es un lunes cualquiera

Amanecemos de lunes, un día de por sí con nomuy buena fama, pero que hoy  se tiñe, además de las circunstancias más adversas.

No ya estoy hablando de la nevada, lo que ya tiene enjundia, sino que también hoy iniciamos el confinamiento perimetral de mi zona, en el municipio de Rivas Vaciamadrid, uno de los más castigados climatológicamente de la  región madrileña.

Mi padre, del que ya he hablado en múltiples ocasiones, y al que hago referencia de su sabiduría, me decía cuando, en ocasiones se me acumulaban los problemas, que mejor pasarlo todo de una vez. Pues eso, creo que la coincidencia de la nevada con el confinamiento nos favorece porque una nos obliga a estar en casa y esto, a su vez, controla los contagios. Vamos, que no hay mal que por bien no venga (sonrisa).

Y es que el que no se consuela es porque no quiere. Mi patológico optimismo ante las dificultades grandes me ayuda a entender que la paciencia en este caso ha de ser la aliada. Desesperarse no sirve de nada, porque es la naturaleza la que manda, y desde que el mundo es mundo, como adversaria es muy respetable.

Además, las circunstancias siempre se tienen en cuenta, y no es  lo mismo escribir desde mi despacho, con la calefaccióny un café calentito ha estar como la gente que tenemos a menos de un kilómetro, en la Cañada Real, abandonada por la presidenta Ayuso.

Hoy es lunes, si, pero no un lunes cualquiera. Es un lunes que nos coloca en el binomio de pandemia y glaciación, pero que al mismo tiempo nos reta a estar a la altura de las circunstancias. Y así, seguro estaremos, como todo el personal municipal y mis compañerosy compañeras  de gobierno a los que les ha tocado estar en la primera línea y la ciudadanía que se ha volcado a ayudar a sus vecinos. 

A veces, casi siempre, las adversidades sacan lo mejor del ser humano, y eso ya es algo positivo para reflexionar hoy, aunque sea lunes.

Cuidaos mucho.