domingo, 24 de junio de 2018

RELATOS DE VERANO (I): El vecino de arriba.

Uno se acostumbra a ver , a tener, a escuchar. En nuestra vida nos rodeamos de personas, de paisajes, de sonidos que nos son cotidianos y que, de alguna manera, vuelven nuestro entorno confortable porque es familiar.

Pero nos nos damos cuenta de que somos transitorios, y de que llega un día que aquel que nos parecía imbricado en nuestra propia vida ya no está.

Nunca más se verá su magra figura con su sempiterno bañador azul marino y su camisera interior blanca, pero que mostraba como si se tratara de una de marca. Con una agilidad envidiable para su edad, más de noventa, iba y venía al supermercado para comprar lo más necesario.

Todo el vencindario sabíamos cuando jugaba el Real Madrid, del que era forofo. Su voz atronadora, digna del mismo Zeus, cantaba las jugadas desde la terraza, en donde había instalado un televisor.También comentaba el tiempo, y las noticias.

Durante años cuidó de su esposa, una mujer callada y menudita que falleció el año pasado. Antes de eso ya su hija se hizo cargo de ellos porque, a pesar de su vitalidad, las fuerzas le iban mermando y también sus capacidades.

En febrero de este año, poco antes del aniversario de su mujer, él se fue también. Nos enteramos en Samana santa, cuando fuimos a pasar unos días al apartamento.

Ya no volveremos a oír cantar los goles de su Madrid del alma, ni su rotundo buenos días al encontrarnos. Miro a su terraza y veo a otras personas, creo que es uno de sus hijos al que no conozco, que no me saluda con la mano como él hacía.

Fueron años compartiendo tiempo y espacio en un pueblo de la costa mediterranéa. Nunca supe de él más que esto que os cuento y, sin embargo, no puedo evitar echarle menos.

Tal vez porque este verano ya no será lo mismo sin el vecino de arriba.

Sed felices.

domingo, 17 de junio de 2018

La puerta

Hay puertas sin cerrojo ni llave, ni tan siquiera puerta. Pero cierran el paso como si el propio Cancerbero las guardara.

Se erigen en medio del camino, y son a veces tan infranqueables como las del castillo más fortificado entre todas las fortalezas que en el mundo han sido.

Son esas que construimos con nuestras justificaciones,  con las sensaciones de pérdida o de impotencia. Nos quedamos clavados en el el umbral, pensando que si las atravesamos qué será lo que encontremos , y ante esa incógnita decidimos que es mejor permanecer a este lado, con nuestras inseguridades, nuestros condicionales, en definitiva , con es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Y mientras el tiempo pasa y va oxidando las bisagras y carcomiendo la puerta a nuestros ojos, y no sentimos igual que ella, con la madera agrietada, sin brillo y sin tan siquiera un aldaba que se haga escuchar.


Sería tan fácil dar ese paso que nos coloque al otro lado del umbral, fuese cual fuese nuestro destino, aunque solo hubiera un abismo por el que que caer. Pero entonces, en el preciso instante que nuestro pie ya no tocara el suelo, en ese justo y preciso instante el aire nos envolvería como un manto intangible y tendríamos la sensación de volar... Y de ser libres.

Hay puertas sin cerrojo, ni llave, ni tan siquiera puerta: son puertas guardadas por el miedo.

Sed felices.

(Fotografía Elena Muñoz)

domingo, 10 de junio de 2018

Microrrelatos en la línea 9



 La línea 9 de metro es mi arteria de comunicación con el organismo que supone la ciudad de Madrid. La espera en las estaciones a veces es larga, tan larga como los recorridos, y para una escritora un pozo de pequeñas inspiraciones. Estas son alguna de ellas.


"Todos los días, cuando regresaba, se lo encontraba con su acordeón. Le gustaba su música, con ecos de tango y melancolía. Nunca le dió ni un euro. Pero aquella tarde no le vio. Sin saber por qué, se sintió culpable...".

“Apenas les separan tres centímetros y, sin embargo, desconocen su nombre y su tarea, no saben cuáles son sus sueños. Apenas cabe una mano entre ellos y son ajenos a sus vidas que, seguramente, no volverán a encontrarse, en ese espacio contiguo, de un vagón de metro”.

“El vagón de metro es como un enorme intestino que al finalizar  el día  digiere las esperanzas, las desilusiones y el cansancio de todos, para reclamar su parte al amanecer”.

"Ella era la mujer de su vida. Él era el hombre de su vida. Sentados uno frente a otra no levantaron los ojos del móvil, mientras trasteaban con una aplicación de citas. Cupido, desesperado, se bajo en la siguiente estación, tirando el arco y las flechas a la vía".

"El vagón de metro le recuerda al limbo, ese lugar desubicado en donde nadie quiere quedarse, y en el que las almas vagan unidas a sus cuerpos por los cables casi umbilicales de unos auriculares".

 “Tras años de investigación y de dinero invertido en la misma, el Consejo de filólogos llegó por fin a una conclusión: el idioma de imposible comprensión usado en la megafonía del metro  de Madrid era ¡élfico!”.

“El vagón de metro era un muestrario de prendas desabrochadas, de calzado de verano con cazadoras de invierno, de botas y sandalias. La primavera, esa Ofelia de las estaciones, había sorprendido a todos con el calor tan deseado”.

“Ella bajaba y el subía por la escalera mecánica contraria. Durante un instante casi eterno sus miradas se cruzaron. Fue solo un instante, solo un instante,  y para siempre”.

domingo, 3 de junio de 2018

Pensando, pensando XV

Resumen de algunas reflexiones con las que os saludo cada mañana



Una sociedad que llama a la mentira manipulativa "posverdad" se lo tiene que hacer mirar. 

En el nombre del arte se dicen auténticas estupideces, lo mismo que acciones meramente oportunistas y comerciales se consideran obras de arte.

Ni te quiero mucho, ni poco: te quiero como yo sé.

Nunca se ha de convencer a nadie de nuestros méritos: simplemente hay que demostrarlos.

El asombro de lo cotidiano se refleja en el aroma de un café.

Geometría literaria: la distancia más corta entre dos almas es la imaginación.

Cuando todo a tu alrededor es ruido escucha tu música interior.

Solo la muerte deja abierta la herida de la ausencia, y solo la vida la cose con el hilo del recuerdo.

 El amor es un extraño pájaro que se posa en la rama más inesperada.

Es desconcertante perderse en el camino que una misma ha trazado.

Sed felices.