domingo, 2 de diciembre de 2018

Nunca es tarde...

Un nuevo mes, pero no un mes cualquiera. El mes que da término a este año, 2018, que seguro para unos habrá sido magnífico y para otros no tanto.

Hace frío, nada extraordinario en estas fechas, por mucho que los medios de comunicación se empeñen en hacer una noticia de algo que para nuestros abuelos es habitual, por lo menos en este hemisferio.

Escucho al mismos tiempo que os escribo, mis queridos lectores, la Tocata y Fuga de Juan Sebastián Bach, cuyas notas parece que quieren elevarse hasta el cielo a pesar de que, aunque pudiera ser posible, los cristales de la ventana cerrada se lo impedirían. Pero, ¿para qué tenemos la imaginación? Fantaseemos con la idea de que es posible que la música del organista puede atravesar el cielo lechoso, neblinoso y alcanzar al otro lado el azul.

En unos días volverán las Fiestas, esas que también, como el año que se va, unos adoran y otros abominan, pero que celebran de la misma forma porque la fuerza de la costumbre nos arrastra a ello. Intentaremos ser más buenos, más generosos, olvidar lo gris del día a día y vestirlo de rojo, de oro, de luz y sonrisas. Nacerán los buenos propósitos alrededor del árbol adornado y los grandes almacenes rebosarán de gente que quiere transformar su cariño en el regalo deseado.

Tal vez nos acordemos de aquellos que apenas tienen, que no distinguen la fiesta de otro día, porque para ellos no hay luz, ni colores, ni, por supuesto, "te quieros" envueltos en paquetes con un lazo. Tal vez nos apuntemos a repartir alimentos, a  actos benéficos para aportar aquello que nos sobra y que a tantos les falta, o donemos juguetes, que ya usados, nuestros niños han olvidado en un rincón.

Aunque tal vez no nos acordemos de ese amigo cuya amistad fuimos perdiendo por un malentendido, simplemente dejamos que muriera por inanción de atención. Tal vez sigamos enfadados con ese familiar, aunque ya ni recordemos la razón, ni tan siquiera nos importa. Tal vez sea un buen momento de cerrar viejas heridas y limpios, como recién nacidos, iniciar el año nuevo.

En fin, mis queridos lectores, que el corazón se nos llena de nostalgia por aquello que tal vez otros años, otros diciembres deberíamos haber llevado a cabo, pero que no hicimos... Aún estamos a tiempo:  nunca es tarde, nunca es tarde...

Sed felices. 


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