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sábado, 8 de marzo de 2025

Haters y el 8M

 Hablar de estos especímenes que pululan en las redes un día como hoy, en el que reivindicamos los derechos de las mujeres puede parecer peculiar, pero no cabe duda que son esos derechos, que es el feminismo, una de las cuestiones que más soliviantan a esos seres cuyo objetivo en la vida es, ocultos tras un perfil anónimo o falso, o incluso simplemente mecánico, lanzarse a atacar  todo lo que les huele a reivindicaciones feministas.

Quiero compartir con vosotros y vosotras algunos datos que, quizá, estos involucionistas no conocen o se niegan a conocer. Mi bisabuela paterna, que era sombrerera, nacida en 1886, trabajó todos los días de la semana hasta que  consiguió librar los domingo. Mi abuela materna, nacida en 1908, comenzó a trabajar con once años en una fábrica de muñecas, fábrica que se incendió por las nulas medidas de seguridad, ocasionando bastantes víctimas, entre las que, afortunadamente no se encontraba mi abuela. Mi madre, nacida en 1935, tuvo que dejar de trabajar al casarse, porque la legislación franquista así lo ordenaba...

Quizá solo sean tres apuntes de mujeres de mi familia, pero lo suficientemente claros para darnos cuenta de que en ha transcurrido poco más un siglo y ha habido avances, no todos los que quisiéramos, pero que  en estos momentos vemos peligrar.

A lo largo de la Historia hemos sido las mujeres las víctimas de las dictaduras, del involucionismo, de ese temor de complejo de Edipo mal resuelto (con permiso del doctor Freud) de los hombres que temen el talento y el poder femenino porque se ven inferiores y mediocres. Y en su debilidad se sienten atacados y escupen bilis y odio, sentimientos que se ven acrecentados cuando además de ser mujer eres de izquierdas.

Este 8M es  muy importante, porque los haters no solo están en las Redes, sino al frente de los gobiernos más poderosos del mundo. Ahora como nunca la resistencia ha de ser absoluta, todas de la mano, con nuestros compañeros que están a nuestro lado y pelean con nosotras.

Hoy quiero recordar a esas mujeres que me antecedieron, y decir que por ellas seguiré adelante, al igual que  por mis nietas y nieto, para que puedan vivir en una sociedad justa, igualitaria y en paz.

FELIZ 8 DE MARZO.

domingo, 21 de febrero de 2016

Libertad, divino tesoro

Nada más fácil acude como argumento de acciones y dicciones que el de la libertad. Somos libres de decir, de hacer, de acontecer... Y ¡Ay! de aquel que no lo permita.

Y es cierto, mis queridos lectores. La consecución de la libertad es uno de los anhelos más importantes que tienen, han tenido y tendrán los seres humanos. 
En las sociedades "civilizadas" y democráticas esa libertad la hemos sustanciado a través de lo que llamamos derechos civiles, fundamentales, humanos, recogidos en las Constituciones de cada estado.
Así ocurre en nuestro propio país.

Lo que a veces me chirría es que hay quienes en aras de esa libertad de expresión, de acción emboscan, disfrazan aquello que no es más que un exceso, un tomarse a beneficio de inventario la convivencia.

Nadie discute que en momentos puntuales de la Historia, en los que no hay otra opción que tomar medidas para que esa libertad se haga realidad, el fin justifica los medios, aunque haya que traspasar la delgada línea entre  lo legal y lo justo.

Lo que, en mi opinión, no es de recibo es transgredir esos derechos que se dicen defender y que, en cambio, no se conceden entre conciudadanos, cuando se ha de respetar la convivencia. Aplicar ley del embudo- para mí lo ancho y para ti lo estrecho-, nada tiene que ver con la libertad.

En esta semana he visto, leído e, incluso, sufrido personalmente ejemplos de lo que os cuento. Fundamentados en esa libertad se justifican actos que no son más que muestras de intolerancia o, simplemente, de hacernos comulgar con ruedas de molino.

La libertad no es un traje que se acomode a cada uno de nosotros en particular, ni que se pueda manipular al antojo de nadie.  En aras de la libertad no se puede insultar, faltar a la verdad o negar los derechos que exigimos para nosotros mismos. En nombre de la libertad no se pueden llevar a cabo actos que rompan la convivencia, ni hablar por boca de otros como si nuestra palabra fuera la síntesis del pensamiento universal.

La libertad es un  tesoro que debe se repartido equitativamente, sin avaricia y sin falsedad. Es la única manera de que tenga algún sentido luchar por ella,

Sed felices.