En 1990 Martin Scorsese llevó a cabo una película titulada Uno de los nuestros, con el genial Robert de Niro como uno de los protagonistas. Quien la ha visto, y a quien no lo ha hecho se la recomiendo, recuerda su trama acerca de la vida de los gansters y la mafia.
Pero no, mis queridos lectores, mi artículo de hoy no es sobre cine ni sobre la mafia, propiamente dicha, sino que con estas palabras "uno de los nuestros" hago alusión a las declaraciones del gobernador de Utah ante la muerte por un disparo de Charlie Kirk, quien esperaba que no fuera alguien relacionado con su perfil de blanco, republicano y defensor acérrimo de la 2ª Enmienda, esa que permite llevar armas para protección propia. Según palabras del propio gobernador, rezó para que fuera de otro pelaje, no sé si afroamericano, migrante o musulmán... O tal vez inscrito en el Partido demócrata.
Pero en una especie de triste justicia poética, este joven, martillo del conservadurismo más recalcitrante, padre de familia, murió por un disparo el 10 de septiembre, víspera del atentado más terrible sucedido en Estados Unidos, a manos de alguien más reconocible en ese entorno trumpista que en lo opuesto. Un joven de 22 años, cuya vida está vendida también.
Por suerte vivimos en un país en el que no se permiten las armas a la gente de a pie, pero eso no significa que bajo el gobierno de ciertas personas o partidos políticos no suceda. Recordemos la admiración de ciertos líderes de nuestro país por Trump, no hace falta decir quién, y por esas políticas desaforadas que están rompiendo Estado Unidos en dos.
Leo en la prensa internacional que la ciudadanía, más allá de sentir o no la muerte de Kirk tiene miedo. Los otros, los que nos son "los suyos" temen que ante cualquier altercado les suceda lo mismo. Porque las armas no las defienden para salvaguardar el riesgo de perder la vida, sino para defender un sistema racista, homófobo, xenófobo y machista, todo ello envuelto en la hipocresía de la religión.
Tengo la esperanza de que Europa, nuestra vieja Europa, resista una vez más los embites de estas testuces involucionistas que ya han prendido en nuestro continente. Antes que MAGA prefiero MEGA: Make Europe Great Again. Y eso pasa por no ser de los nuestros sino ser de todos y todas, sin distinción de raza, género o creencias.
Sed felices.
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