Hace días que el fragor de lo cotidiano me ha ido apartando de este blog. Pero no quiero que transcurra más tiempo, ya en esta primavera que todavía lleva de la mano al invierno, de encontrarme con vosotros, mis queridos lectores.
El miércoles celebramos el día de la Poesía. Yo tuve el honor de hacerlo desde un sitio especial, la biblioteca Luis Rius de Tarancón, y con una persona también especial, como es mi amigo el poeta Emilio González Martínez que glosó mis poemas de mi nuevo poemario con una presentación preciosa que quiero compartir.
"Antes de entrar en la
presentación del segundo poemario de mi amiga Elena quiero agradecer a su
autora que haya decidido correr el riesgo de confiar en mi para este evento. También quiero reconocer la
alegría que supone para ella y para mi venir a esta Biblioteca Municipal de
Tarancón en la que tantas veces nuestras letras han recibido la amorosa acogida
de Gemma, Blanca, Sole y todo el público presente y, en muchos casos,
reincidente.
El miércoles celebramos el día de la Poesía. Yo tuve el honor de hacerlo desde un sitio especial, la biblioteca Luis Rius de Tarancón, y con una persona también especial, como es mi amigo el poeta Emilio González Martínez que glosó mis poemas de mi nuevo poemario con una presentación preciosa que quiero compartir.
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Estamos ante un libro publicado
el año pasado en la nueva Colección "Poesía tatoo" de Ediciones
Vitruvio que contiene 63 poemas que si bien, afortunadamente, no cotizarán en
bolsa, si nos traerán el fresco aliento de lo hecho poniendo en ello todo el
corazón.
Nos avisa ya desde la
ilustración de portada que el tiempo -el mejor maestro, si no fuera porque va
matando a sus alumnos-. será el protagonista y así lo ratifica con el título
del último poema: Tiempo, en el cual decide que no hay más tiempo que el de
vivir y escribir.
También desde los epígrafes
iniciales nos alerta sobre la insatisfacción que le produce el mundo en el que vivimos,
insatisfacción que no se canaliza en queja -esa acción que garantiza que no
habrá transformación-, sino en afán, en trabajo, en lucha.
Elena Muñoz es una luchadora
capaz de escribir novelas, piezas de teatro que luego interpretará, presentar
libros como ha hecho en este mismo recinto con un poemario mio y firmar en
varias ferias del libro al mismo tiempo, mantener un blog llamado: "Mi
vida en Tacones", asumir la secretaría de Cultura del PSOE de Rivas,
llevar adelante -como Lic. en Historia del Arte- una tertulia mensual:
"Leer un cuadro" coordinar desde hace años un Café Literario, y, también, dormir de vez en cuando.
Aún le queda tiempo para
preguntarse si escribe poesía o la poesía la escribe a ella y todavía si
tenemos tiempo o el tiempo nos tiene, lo que nos lleva a considerar la dudosa
validez de frases como "no tengo tiempo" o bien "dame
tiempo", como si el destinatario del pedido lo tuviera.
Y todo esto con un lenguaje, no
por sencillo, con menor vuelo poético. Hay en este libro amores, algunos con
nombre propio y otros sugeridos en sus encuentros, sus nostalgias, duelos y
sorpresas.
En sus versos respira la
actualidad que la poeta no confunde con la realidad, conjuga el verbo soledad
en los labios de "esa mujer fatal cuyo beso es la puerta giratoria a un
purgatorio repleto de gente sola".
Nos advierte también que NON
SERVIAM (no obedeceré) ya que prefiere la rebeldía de "andar a oscuras que
seguir la luz tibia de servir a quien sirve". Aunque ello la aboque a un
naufragio y a ser "ya solo un resto de ese naufragio".
Además de luchadora, Elena es
una mujer inteligente capaz de reconocer ese dolor que no duele, ese dolor
distinto a todos los demás, el dolor de vivir de ser mortal, de ser el único
animal de la creación que sabe que va a morir y todas las mañanas se despierta
con ese peso invisible sobre sus hombros.
Y por si quedaran dudas ahí está el contrapunto de ese magnífico poema
donde "las hojas mueren sin ruido, sin conocer la siguiente primavera".
O sea, mueren sin el ruido de ese dolor humano que no duele.
Y para no extenderme más ya que
el protagonismo hoy corresponde al libro, a la poesía, en su día, y a la autora
en su propia voz, voy a darle paso aunque me reservo la lectura de un poema
donde la poeta se confiesa PERDIDA, aunque hoy podemos felicitarnos de haberla
encontrado".
Emilio
González Martínez
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