Los enamorados
andan de la mano
por parques y jardines
componiendo versos
y tropezando
por no mirar al suelo.
Solo ven ojos y
labios
buscando caricias y besos.
No comen, se
alimentan
de suspiros, de poemas,
de música de Vivaldi,
que les sacia de
cualquier
otra apetencia.
Ríen y lloran
sufren y se deleitan
sin transición,
sin apenas darse cuenta,
porque el amor
los vuelve locos.
Duermen poco.
Lo imprescindible
para imaginar al ser
amado,
y despertar en sus brazos.
Pero un día,
un infausto día,
dejan de estar enamorados.
Entonces
vuelven a mirar al suelo
cabizbajos,
comiendo con ansiedad
y vomitando por culpa,
con los ojos secos,
tomando pastillas
para dormir
y no tener que soñar.
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