viernes, 25 de julio de 2014

Artimética emocional



Se empeña en comprender la aritmética del sentimiento y siempre falla.

Irracional respecto a mucho- a pesar de la apariencia-, no sabe aplicar la lógica, ni ser calculadora, ni acierta en los balances de los pros y los contras cuando escucha al corazón.

Entiende de palabras,  de lágrimas, de risas, de puestas de sol en invierno, de tormentas de verano, de andar descalza por la hierba, de escribir nombres secretos en la arena que luego se lleva el mar.

Y sin embargo se empeña en esa ciencia exacta que es la vida- nacer, reproducirse,
pagar impuestos, morir-, y no le salen las cuentas.

Tal vez le falten datos y le sobren emociones para hallar la respuesta; mientras, ella insiste en encontrar la extraña cuadratura del círculo que es la propia existencia.

sábado, 19 de julio de 2014

Blanco y negro



¡Qué melancólicas son esas fotografías en blanco y negro!
 
Algunas, de tamaño diminuto con los bordes como de encaje perfilado con tijeritas de uñas, nutren albúmes o cajas de zapatos guardadas al fondo del armario y solo ven la luz en las fiestas familiares o cuando la nostalgia anida en el alma y los recuerdos necesitan pintar retratos. 
 
Otras grandes,  diplomas concedidos a quienes se casaron o hicieron la comunión, y que, serios y solemnes, miran al fotógrafo desde sus marcos de plata envejecida. Vestidos de raso, tules, chaqués o chorreras de almirante se asoman a esas ventanas del pasado bicolor que significaron entonces  futuros felices llenos de promesas, algunas luego incumplidas.
 
Muchas ya  no tienen nombres que poner a las caras, a los paisajes, pues quienes lo sabían sólo son  una foto más, llena de melancolía, en blanco y negro.
 
(*)La fotografía corresponde a la boda de los padres de la autora hace 55 años. 
 

lunes, 14 de julio de 2014

El lado bueno de las cosas

Que el verano era época de relajo, de relentizar el ritmo de lo que en el resto del año parecía absorber toda la actividad era algo obvio.

Por eso, aquella mañana se levantó con el propósito de no hacer nada. ¿Nada? Esa palabra carecía de significado en su vocabulario. Desde que recordaba sus días, a excepción de aquellos en los que las enfermedades comunes habían sujetado su hiperactividad, siempre se habían llenado de acciones encaminadas unas veces a sacar adelante el trabajo, otras al ocio.

Unos días atrás, hablando con una persona cercana, ésta le confesaba que la envidiaba: "has conseguido hacer lo que te gusta". Esta afirmación no pudo por menos que hacerla reflexionar. ¿Realmente era así? ¿Había hecho siempre aquello que le apetecía en detrimento de su obligación? La conclusión fue que no.

Entonces- penso, dándo una vuelta más de tuerca-,  ¿por qué daba la sensación a  los demás de estar siempre disfrutando de todo lo que llevaba a cabo? La respuesta se abrió paso en su mente como una revelación: sin ella ser consciente, sin ella saberlo, siempre había intentado divertirse, encontrar el lado bueno de todo lo que hacía, hasta de los momentos difíciles.

Sí, quizá ese era el secreto: "si no puedes hacer lo que te gusta, consigue que te guste lo que hagas"..

Sed felices.

miércoles, 9 de julio de 2014

Para Patricia, una bailarina de la palabra

Rompo hoy, por una razón extraordinaria, el calendario de entradas del blog.

En muy pocas ocasiones he dedicado una entrada a alguien en exclusiva , siendo más común que lo haga a través de su obra literaria.

Pero hoy lo quiero hacer y deseo que sirva como peculiar regalo para una persona muy, muy especial, que ha hecho de la cultura una de sus banderas, y con una lucha diaria y perseverante me ha enseñado- fijaros, a mi edad- muchas, muchas cosas.

Adora el ballet tanto como la palabra, y por ello ha creado un espacio de encuentro para los escritores y demás creadores en donde dar voz a nuestras inquietudes y obras; un espacio que ha llamado, como no podía ser de otra manera El Ballet de las palabras (http://elballetdelaspalabras.blogspot.com.es)

Cuando la miro a veces  con su imagen sencilla pero firme, con su voz suave pero que sabe lo que dice, me recuerda a una  de esas heroínas incansables en busca de la justicia; algo así como una Agustina de Aragón luchando contra la ignorancia y la falta de criterio.

Ella sabe que la quiero - mi hermana pequeña en la literatura la llamo- como yo sé de su cariño.
Ahora está de nuevo en otra batalla, esta vez contra el monstruo implacable de la administración para conseguir mantener su puesto de trabajo.

Hoy, día de su cumpleaños, quiero dedicarle esta entrada. Es mi humilde regalo a través de lo que a las dos nos hizo encontrarnos un día: las palabras.

Muchas felicidades, Patricia, amiga. Gracias por estar cerca siempre, en ese escenario en el que nos ha tocado a veces bailar a extraños sones, pero en el que sobre las puntas de tu inteligencia te elevas para poner el acento, el punto sobre las íes de aquello que otros no ven y señalarlo.

Patricia Pérez es licenciada en Filología Hispánica, profesora y escritora. Dirige la revista digital y el blog  del mismo nombre El Ballet de las palabras. Pertenece a la Junta directiva de la asociación Letras Vivas.

lunes, 7 de julio de 2014

Banda sonora

La larga avenida estaba flanqueda por altos árboles que se cerraban en una inmensa bóveda de hojas, que apenas dejaban entrever los rayos de sol.

Como todos los días, a excepción de aquellos de fiesta que rompían la monotonía, se dirigía con paso rápido hacia el metro camino del trabajo. La fresca brisa de la mañana acariciaba su piel, evitando que el calor apretara demasiado. A través de los auriculares del móvil la melodía de una de sus canciones  favoritas ponía banda sonora a su paseo.

Hoy te intento contar que todo va bien... (*)

Se había hecho la promesa: no volvería a tener lástima de si misma. La vida era muy corta como para perderla en recuerdos que se habían caído por las escaleras del desengaño.El propio autoconvencimiento la había ayudado a creer y vencer.

Y tras varios tequilas las nubes se van pero el sol no regresa...

Pero el sol sí había regresado, y entre las hojas de los inmesos árboles volvía a iluminar el camino. Porque el desamor es una enfermedad sin vacuna pero con remedio, y ese remedio había nacido de ella misma, de la certeza de que a pesar de todo, a pesar de él, la vida se mostraba como un inmenso abanico pintado de un bello paisaje de brillantes colores.

Y sonrió  al escuchar otra canción que en ese momento sonaba,  y que podía  ser el nuevo tema musical de su vida.

Es mejor querer  y después  perder que nunca haber querido....

 

Sed felices.


(*) La Quinta estación.