domingo, 27 de octubre de 2013

Las historias de amor no tienen finales felices.


Las historias de amor no tienen finales felices. Ni siquiera aquellas en las que comen perdices - supongo que por  la rima no comen besugo- , pues nunca nos contaron que era realmente lo qué ocurría detrás de ese punto final, de ese colorín colorado.

Nos dicen que sí, que se amaron para siempre, como si la eternidad fuera virtud del ser humano. Equivocación, nadie ama eternamente, ni siquiera por un mes, ni por un día... Amamos en el intervalo en que sentimos esa necesidad de amar que, si con suerte coincide con el mismo tiempo y espacio del ser amado, se convierte en ese eterno para siempre con fecha de caducidad.

La Historia, la Literatura  nos hablan de grandes amores, amores apasionados que  se ven truncados, la más de las veces, por la muerte y que hace que por ello se conviertan en imperecederos, sin que nadie se imagine a Marco Antonio y Cleopatra, después de cuarenta años juntos, soportando la monotonía cotidiana, o a Romeo y Julieta, con achaques y hechos dos ancianos. No, el amor siempre lo pintan joven e ilusionado, con el único afán de mirarse a los ojos, recitarse poemas , besarse y buscarse entre las sábanas.

Y luego pasa el tiempo y el amor se va diluyendo en cada hoja del calendario. Ah, dicen, pero queda el cariño . Pobre consuelo. Creo que el cariño es al amor lo que las zapatillas de estar en casa a los tacones: cómodo, confortable y sobre todo que no te produce desazón , pero sin nada de glamour, ni por supuesto sex-appeal.

Por eso las historias de amor no pueden tener finales felices, porque, o se truncan mientras uno de los dos ama -por la muerte o el desamor-, o acabamos buscando las zapatillas del cariño aunque solo sea por la costumbre.

Sed felices, hoy una hora más.




jueves, 24 de octubre de 2013

Anatomías secretas

Recuerdo la última luna llena. Recuerdo su belleza elevándose en el horizonte como un disco de plata. Una belleza fría cuya visión convierte a una inocente criatura en un ser sanguinario y asesino, ser que ha ilustrado, e ilustra, nuestro imaginario de terror desde hace mucho, mucho tiempo.

Siempre me fascinó el hombre lobo, esa figura que guarda la bestia  que todos tememos, porque sabemos que cada uno de nosotros puede, en algún momento, abrir las puertas de la locura y el horror y dejar que escape de nuestro propio interior.¿Quién sabe lo que habita dentro de cada uno?

 El hombre, la bestia, la luna...

Esa atracción por este monstruo (mi favorito) hizo que, cuando Fernando López Guisado me propuso participar en la antología de relatos que La Hermandad Poe iba a abordar, no me lo pensara ni un minuto: dije que sí entusiasmada.

Ese proyecto es ya una realidad a la que le queda  una semana para salir a luz.

Sé, estoy segura, que va a ser un éxito, no solo entre los amantes del género sino entre los lectores de la buena literatura. Grande ha sido el trabajo de todos y eso se ve cuando recorremos las páginas del libro. Desde mi bitácora quiero hacer un reconocimiento a mis compañeros y compañeras, dejando aquí sus nombres:



Manuel Lacarta (escritor y poeta, premio de la Crítica de Madrid 2011), José Elgarresta (escritor y poeta, premio Europa 1993), José Guadalajara (novelista histórico, presidente de Escritores de Rivas), Alejandro Romera (escritor y narrador oral de cuentos), Emilio Martínez (poeta y psicólogo), Nuria Botey (novelista y profesora universitaria), Ángel Sucasas (novelista de terror y periodista), Javier Quevedo Puchal (novelista y crítico de cine, premio NOCTE 2012), Juan Ángel Laguna Edroso (novelista, editor y presidente de NOCTE), Francisco Illán Vivas (novelista de fantasía y poeta), Miguel Puente (escritor de relatos, premio Domingo Santos 2008), María Concepción Regueiro (novelista y trabajador social), José María Tamparillas (escritor de terror, premio NOCTE), Eloy Alonso (escritor de fantasía y terapeuta familiar), Fernando Cámara (novelista y director de cine, premio García Pavón 2013). Carlos Gregorio Simón Godoy (ilustrador y artista plástico) es el autor de la imagen de cubierta y el emblema de la hermandad. Prologa y coordina la antología Fernando López Guisado (escritor y poeta). Publica Editorial Nostrum

El primer acto de presentación se celebrará la noche de Halloween, durante el Café Literario de Rivas Covibar, a las 20.00 horas.

 Os espero y mientras...

Sed felices.


domingo, 20 de octubre de 2013

Marionetas

Domingo. El tiempo se relentiza, el café se paladea y aprovecho para leer el periódico.

Una noticia salta, literalmente, a mi cara: el Ibex 35  vuelve a alcanzar los 10.000 puntos, hecho que no se lograba desde hace varios años. Además los Mercados (esos entes que son como Dios, pues creemos en ellos aunque no los veamos) dicen que se ha superado la recesión en España.

Tomo otro sorbo de café y medito. ¿Debería embargarme una alegría inusitada por este hecho? ¿Por qué mis vecinos no están celebrándolo en las calles, y  la música no inunda plazas y avenidas? Sigo leyendo. ¡Ah! El empleo, no obstante, tardará bastante en recuperarse. O sea, que seguiremos pasándolas canutas durante bastante tiempo, pero con el Ibex subiendo. ¡Alabados sean los Mercados!

Yo no sé ustedes, mis queridos y pacientes lectores, pero yo estoy hasta la peineta  y más allá de tanto y tanto fuego de artificio. Sinceramente, ya es mucho tiempo trayéndonos y llevándonos como a marionetas, unas veces tirándo del hilo de la prima de riesgo, otras de las subidas y bajadas de la Bolsa y las más de a veces con los malditos mercados a vueltas. Ahora es el Ibex 35, cuya subida,supongo será importante, transcendente, pero, ¿qué más nos da este hecho a los humildes ciudadanos de a pie, si se sigue perdiendo empleo (recordemos Fagor), si se siguen ejecutando hipotecas, si tres millones de ciudadanos siguen pasando necesidad y carencia de lo más básico, si cada vez los servicios públicos son menores en prestaciones y calidad, si...si...si...?

Imagino que debo de felicitar a los inversores del Ibex 35: están de enhorabuena. Y los demás, a esperar que nos vuelvan a tirar del hilo para saltar de alegría al son que toquen los mercados. Mientras, pan con pan o, como se dice ahora, un bocadillo mágico e imaginación.


Sed felices.





lunes, 14 de octubre de 2013

Terrores

En unos días volveré a estar de estreno. Esta vez junto con varios compañeros que formamos una entidad llamada La Hermandad Poe, y cuyo objetivo es dar una "vuelta de tuerca " a la literatura de terror. Y como inicio de nuestra andadura juntos hemos escrito un libro de relatos llamado Anatomías secretas, fundamentado en las transformaciones en general, y en la figura del licántropo en particular.

Aquellos que me conocen saben que soy una enamorada de la literatura de este género, por lo que para mi participar en esta antología ha sido un placer que culminará con la presentación, el próximo día 31 de octubre, en la noche de Halloween o de los espíritus, de la Hermandad. Será en mi ciudad, Rivas Vaciamadrid.

Claro que debemos de  ser conscientes  de que aquellos que escribimos sobre el horror no lo tenemos  fácil: estamos curados de espanto. En el día a día, los ciudadanos se enfrentan a retos y monstruos con los que no se acaban con balas de plata ni estacas en el corazón. Monstruos que nos aterrorizan arrebatándonos todo lo que hasta ahora era nuestra base de vida, que nos torturan psicológicamente, que nos engañan y se burlan de nosotros para alimentarse de nuestra desesperanza... A su lado el hombre lobo resulta ser un inocente.

Tanto es así que poco a poco se van transformando y adquiriendo su propia apariencia sin necesidad de lunas llenas. Para muestra solo un botón: Cristóbal Montoro cada vez se parece más al Gollum del Señor de los anillo, un hobbit cuya ambición lo fue cambiando hasta convertirlo en algo abyecto... ¿O no?. Como en el retrato de Dorian Grey, sus mentiras y felonías van dejando huella en su rostro...

En fin, que como ya he dicho otras veces, la realidad supera la ficción.

Mientras os espero la noche de los fantasmas que seguro son más acogedores que otros que ocupan ciertos ministerios.

Sed felices.


miércoles, 9 de octubre de 2013

Clavos

Ella había escrito una vez que los recuerdos se asemejaban a los clavos: cuanto más profundos están más cuesta sacarlos. Y lo había hecho porque lo conocía en su propia carne. Peleaba desde hacía tiempo por extraer de su memoria recuerdos que, aunque al principio le parecieron gozosos, se fueron transformando en dolorosos, en una metamorfosis semejante a los misterios del rosario.

Eran recuerdos descoloridos, sin sonido ya, como esas películas mudas en que las escenas se aceleran y van hacia atrás y hacia adelante a mayor velocidad de lo habitual. Y, sobre todo, dolían, porque le traían ecos de quien había roto las reglas del juego y dejado a un lado lo que ella más apreciaba: la lealtad.

Tal vez ni siquiera aquel que tanta pena había causado era consciente de ello, pero no por eso la tristeza era menos gris y polvorienta, sino peor, porque, entonces, la reveló que no era tal y como ella había pensado, tan diferente a los demás, idealizado como solo puede serlo aquel a quien se le cree reúne las virtudes que se admiran.

El tiempo, curandero a veces de tanto males, no fue buen aliado, pues dejó que se fueran borrando esas líneas de bellos colores para terminar mostrando un dibujo descarnado que la señalaba que nadie es único ni distinto.Una vez y otra, sus intentos de arrancar de raíz su recuerdo le producían tanto dolor que a veces la costaba respirar, y se ahogaba en las palabras que nunca llegó a decir.

Clavos teñidos de recuerdos...





domingo, 6 de octubre de 2013

Tiempo de escritura

"Una mujer para escribir solo necesita dos cosas: dinero y una habitación." (Virginia Wolf)

Y tiempo, añadiría yo...

Comentaba el otro día con mi amigo Fernando López Guisado, excelso poeta y compañero en la escuela literaria Letras Vivas, sobre el secano creativo en que me encuentro y que, parece ser, compartimos. Según me cuenta Fernando, él tiene muy mosca al busto de Lovecraft, al que solamente hace caso para quitarle el  polvo que se acumula de una mala manera.

Tal vez sea porque la creación solo nace del sufrimiento o del relajo más absoluto, y este tiempo de idas y venidas y de puesta en pie de tantas cosas, está sembrando de sal mis neuronas.

Busco y rebusco y vuelvo a rebuscar las ideas, hasta que alguna asoma, tímidamente en esta mañana de domingo. Abro el ordenador y pongo en pantalla una de mis próximas novelas, leo lo hasta ahora escrito e intento avanzar... Mente en blanco.

¿Seré yo escritora de un solo título? Esa pregunta emerge desde las profundidades de mi cerebro y me causa mucha, pero que mucha inquietud. Luego, para relajarme, pienso que quizá esté cansada, que el ambiente ahora no sea el más  propicio o que deba madurar un poco más mis proyectos. Los que me rodean me dicen que no me estrese, que me de tiempo... Tiempo, eso es lo que necesito.

Salgo a dar un paseo: quizá el viento, que hoy llega norteño y  mas  frío, remueva un poco las telarañas de mi creatividad. El sol ilumina de una manera esplendorosa este paisaje tan familiar y a la vez tan cambiante, ya vestido de amarillo. Imágenes, conversaciones, situaciones se van colocando en esa habitación que es la imaginación El puzzle comienza a tomar forma. Aprieto el paso, necesito llegar para comprobar si la idea funciona.

Vuelvo a estar frente al ordenador, tengo el borrador de la nueva novela ante mis ojos, Mis dedos empiezan a moverse en el teclado y las frases, los párrafos, la escritura, al fin, fluyen de mi cerebro a la pantalla del ordenador. Leo lo que hasta ahora he escrito, dándome cuenta de que no está mal, nada mal. Respiro... ¿Habrá esperanza?

Sed felices.


jueves, 3 de octubre de 2013

Diosa

Recibía cientos de cartas, mensaje y regalos de admiradores. Había días que la casa se llenaba de ramos de flores, que impregnaban de un aroma penetrante cada rincón.
Era admirada,  idolatrada
 por su belleza, por su personalidad. Más de uno había intentado acercarse a ella para, como si fuera una diosa, rozar su brazo o el extremo de su vestido.
Era tan bella, tan seductora...
Pero solo él conocía la verdad que se escondía tras esa Venus rediviva. Sólo él conocía de sus miedos, las  inseguridades que la hacían encogerse y acurrucarse a su lado, en el sofá verde, como una niña buscando refugio y consuelo, mientras la acariciaba el pelo y decía que todo iría bien. Sólo él escuchaba sus lágrimas, de noche, cuando más negro es el pensamiento: lágrimas de cansancio y, a veces, de hastío por ser quien en verdad no era.
Pero el espectáculo debía de continuar. Ella entonces quedaba iluminada por los focos de la admiración y él pasaba a la penumbra nuevamente, contemplando de lejos las miradas encendidas y de deseo de los demás.
No le importaba que adoraran a la diosa, porque el amaba a la mujer.

Sed felices.