domingo, 28 de julio de 2013

Hasta septiembre

Hoy tengo una borrasca encima. Sí, a pesar del sol que reluce y del calor de este último día juliano. La noto ciñéndome las sienes y me molesta como un cilicio. ¿Por qué? No sé.

Es una situación de baja presión o mejor dicho de descompresión, pero que me atenaza. Tal vez el exceso de actividad, de esfuerzo o de puesta en marcha de tantos proyectos hace que me de un poco de bajón. El caso es que tengo las isobaras apretadas.

Claro, que si hago balance de todo lo que he llevado a cabo desde enero quizá sea más comprensiva conmigo misma. La presentación de mi novela, la puesta en marcha de la Escuela literaria, mi trabajo cotidiano, en el que me encuentro más veces de la que yo quisiera la mente y la cartera cerradas de los clientes: un sinfin de cosas que contribuyen, sin duda alguna, a cierto cansancio vital

Ah! Pero ya ante mi se abre otra expectativa: agosto y el mar. En unos días estaré, de nuevo, pisando la arena, mojando mis pies en ese Mediterráneo de mis amores que siempre me carga las pilas y me sugiere tantas emociones.

Me marcho con mis incipientes novelas, dos niñas recién nacidas, pero que, creo, prometen mucho, y que, espero, crezcan a lo largo de este mes, en esas tardes denieneses con el Montgó al fondo.

Cierro por vacaciones este blog, aunque seguiré rondando por las Redes sociales; siempre está bien ver a los amigos un ratito, no sea que se olviden de una.

A los que, como yo, inician su descanso estival mañana, que lo disfruten como si fuera el último de su vida; para quienes ya vuelven, agosto es un mes delicioso para ir al cine o disfrutar del atardecer desde una terraza y ver la ciudad algo más amplia que de costumbre.

Nos vemos en septiembre, como siempre, desde mis tacones.

Sed felices.

sábado, 27 de julio de 2013

Carlos&Carlos

Hoy me vaís a permitir una entrada muy familiar: es el cumpleaños de los dos Carlos, mi hijo y mi hermano.

Como formo parte de una gran familia- en cantidad y calidad- no es extraño que coincidan las fechas de nacimiento, que alguna hay más, aunque los Carlos fueron los primeros.

Y por eso siempre lo celebran juntos desde que el pequeño, Carlitos, como le siguen llamando para distinguirlo de su tío, nació. Para ambos es un día importante y se esfuerzan en que todo quede perfecto y acogedor para sus invitados.

Yo como madre y hermana me siento orgullosa de ellos y , creo, que ellos lo saben. Son dos hombres estupendos, buenos padres y buenos hijos y, como no podía ser de otra manera, buenos hermanos.

No sé si el tener tan arraigado el sentimiento de la familia hoy en día es cool, pero para nosotros es fundamental. No hubieramos podido afrontar  tantas cosas que hemos llevado a cabo sin que ese lazo fuerte y apretado nos ha mantenido siempre unidos, a pesar de nuestras diferencias. Y estas celebraciones ayudan a abonar estos sentimientos.

Esto era lo que quería compartir hoy con vosotros. Una es lo que es por la suma de muchas cosas, por la presencia de en su vida de muchas personas y por lo que de esas personas recibe.
Hoy es el día de los Carlos, de mis Carlos. Desde aquí y sobre mis tacones de hermana y madre les deseo toda la felicidad y les dejo todo mi amor.

Sed felices.

miércoles, 24 de julio de 2013

Antípodas de la vida

Nadie te dice que llegará un día en que, sin casi transición, te ves en las antípodas de la vida, te encuentras que eres tú quien tienes que cuidar de tu madre o de tu padre cuando, siempre había sido al contrario o, como mucho, estabas en  ese  estadio paralelo de relación entre dos adultos.
Es un sentimiento de semiorfandad, en el que, por una parte ves que la persona que hasta entonces velaba por ti y te aconsejaba se va transformando en alguién que demanda una gran atención y que cada día es más dependiente y por otro, observas  que se está empezando a alejar de tu vida, inmersa en su mundo de recuerdos.
Te cuesta entender como es eso, y, a veces, la desesperanza anida en tu mente cuando te proyectas en el tiempo y piensas que también será ese tu final; y entonces concluyes si merece la pena.
No cabe duda de que la vida es un círculo. Esa fantasía que anida en la cabeza de los niños vuelve en la ancianidad, con la diferencia de que ahora son los recuerdos los que la alimentan y tejen un mundo que nada tiene que ver con la realidad. Personas que ya hace años que murieron, vuelven a revivir en esos recuerdos de la infancia, en esas anécdotas recien pintadas que los ancianos recuerdan con más facilidad que lo que han desayunado esa misma mañana. Y siempre bajo el ojo del Gran Hermano que controla si se lavan, si toman las medicinas, si beben suficiente....
Volver a una infancia sin futuro porque sabemos todos el desenlace.
Ayer, mi madre me preguntó si vendría a comer mi padre con nosotras. Mi padre hace dos años que murió, pero desde hace días, en su cabeza, ha vuelto a vivir y cuando habla de él, sonrie y se la ve dichosa
.
- No, mamá, hoy no vendrá- contesté.
No seré yo quien la vuelva a alejar de él  ¿Para qué?

Sed felices.

domingo, 21 de julio de 2013

Cualquier domingo

Un domingo como otro cualquiera: levantarse algo más tarde de lo habitual para compensar que nos acostamos también un poquito pasada  la  hora. Desayuno casi continental, faltaba el zumo-no lo apuntamos en la lista la última vez. Después un algo de limpieza, preparar la comida- manita de canelones para los sobrinos- para dar simplemente el último toque, y salir al jardín en la que la sombra misericordiosa nos alivie de este calor veraniego a tomar un vermut fresquito con unas patatas fritas.

Después de la comida, el salón en penumbra y en la televisión una serie de esas en la que la protagonista, ya sea fiscal o ama de casa pasa las de Caín por culpa de un asesino, cuya identidad hubiera adivinado en el primer cuarto de hora de emisión, si no fuera porque me he quedado en ese estado de somnolencia y cabezada que me atonta, pero que no puedo remediar.

A duras penas me espabilo y abro el ordenador con el firme propósito de escribir, de adelantar las dos novelas que tengo empezadas. Antes actualizo el blog, sin darle muchas vueltas, pues junto con la siesta se han quedado las ideas brillantes, como es mas que obvio para quienes os habéis dignado a pasar vuestros ojos por estas líneas. Entre medias, mi madre  me interrumpe veinte veces empeñada en que la lleve al Corte Inglés, a las rebajas.

En fin, lo  normal  en cualquier cualquier domingo de verano...

Y Rajoy sigue sin dimitir.


Sed felices.

jueves, 18 de julio de 2013

Abril, mi gata

Tengo una gata que se llama Abril, y hace dos días la operamos de un tumor.
La lesión apareció de repente y creció de manera desmesurada en pocos días, lo que, en palabras de la veterinaria, no daba buena espina.
Abril tiene diez años. Se llama así porque la encontramos en una bolsa de plástico, junto con otros tres hermanos, recién nacidos todos, un primero de abril de 2003. Dos estaban muertos y ella y un  macho sobrevivieron.
La crié con biberón y una bola de calcetines desparejados para que se acurrucara y no tuviera frío. Y salió adelante con la fuerza de alguien que ama la vida.  Todavía se sigue poniendo encima y frota su nariz contra la mía, como cuando era pequeña: la veterinaria dice que es porque para ella yo soy su madre.
Es muy guapa, elegante y algo arisca con los extraños, pero capaz de querer a su manera.
En estos momentos está acurrucada a mis pies, algo incómoda con la campana que le han puesto para que no se lama la herida, y con los ojos un poco asustados de no entender lo que pasa. Un costurón enorme atraviesa su espalda, pero no se queja, solo me mira .
No sé si fue una premonición, pero quise que perviviera en la memoria y la sitúe en mi novela Como el viento en la espalda -aquellos que la han leído la reconocerán- porque es alguien de mi familia muy querido.
Y también por eso  hoy he hablado de ella en este blog, mezcla de sentimientos y reflexiones en esta vida mía subida en mis tacones en la que caben todos, y en la que Abril ha llenado muchos momentos dichosos.
Ójala los siga llenando.

Sed felices.



domingo, 14 de julio de 2013

Probabilidades (relato)

El bip, bip, bip del monitor le empezaba a taladrar los oídos de una manera constante mientras intentaba ver el gráfico, pero la enfermera lo había colocado en una posición en el que la era imposible. Bip, bip, bip, bip….el sonido se aceleró en el momento en el que le venía una contracción. La mano de su marido apretó, mientras intentaba acompañarla con la respiración.
-Sopla, sopla, sopla….
Frunció los labios intentando imaginar una vela encendida que tenía que apagar. El dolor remitió lentamente.
La puerta de la habitación se abrió, dejando paso a la matrona, una mujer joven y sonriente.
-          ¿Qué tal vamos? – preguntó.
-          Bueno…-contestó ella con voz cansada- vamos que no es poco.
La matrona levantó la sábana  e introdujo la mano entre las piernas.
-          Bueno, esto no va mal, creo que vamos a poner ya la epidural- anunció al mismo tiempo que salía de la habitación.
Coincidiendo con su salida, le vino otra contracción. Se aferró esta vez al brazo de su marido, y notó que le clavaba las uñas. Él contrajo un poco la cara, mostrando dolor, pero no dijo nada.
La puerta se volvió a abrir. Esta vez  era el anestesista. Hábilmente maniobró, buscando el espacio entre las vértebras y clavó la aguja. Ella apretó los dientes al notar un dolor punzante que poco a poco fue reduciéndose a medida que notaba también como las piernas se le dormían.
Se quedaron solos. El sopor fue anidando en ella e imágenes confusas se le mezclaban en la cabeza.
Recordaba cuando ocho meses antes,  anuciaron que estaba embarazada. Fue una sorpresa para todos. Llevaban intentándolo más de cinco años, y ya valoraban la adopción. Una sorpresa para todos, menos para ella, que sabía que podía ser casualidad o no.
Volvió a su mente la noche de marras, en la despedida de soltera de su compañera: menuda borrachera se agarró en el Boys. Apenas recordaba mucho, pero lo que no había podido olvidar era al pedazo de tío que se ligó, o la ligó a ella, que no sabía muy bien. ¡Dios!
Y justo tres semanas después, supo que estaba embarazada. A pesar del trance en el que se encontraba en este momento, al evocarlo se le ponían los pelos de punta.
Su ginecólogo la explico que muchas veces, cuando ya no existe el estrés de buscarlo, es cuando sucede. Ya, y si…. . Sería mala suerte que, después de las veces que se había acostado con su marido, una vez, una sola vez, que lo había hecho con otro, zas, pinchara en hueso.
Cuestión de probabilidades.
Sentía como si flotara. Oyó, un poco lejanamente, la voz de su marido:
-          Cariño, vamos ya al paritorio.
Todo se volvió blanco y luminoso. La cara de su médico asomó por encima de ella:
-          Vamos valiente, esto está chupado- le comentó sonriente.
Los acontecimientos se fueron precipitando en su natural devenir. Piernas sobre estribos, empuja, ahora, ahora, espera a una contracción, ahora no, empuja, ya, ya , mira asoma la cabecita….
Recordó sus ojos negros profundos, sus dientes blanquísimos al sonreír y su piel oscura, casi azul…. Era cuestión de porcentaje, ya no había marcha atrás.
Dio el último empujón. La mano de su marido, sudorosa, se aferró a la suya. Podía sentir los latidos de su corazón a través de los dedos. Levantó la mirada y contempló, horrorizada, como los ojos de él se abrían, incrédulos, como platos….
Cuestión de probabilidades y había perdido.

miércoles, 10 de julio de 2013

Olores, aromas y verano.

Creo que ya he tenido ocasión de comentar acerca de mis paseos matutinos. Con este tiempo de verano salgo temprano, para aprovechar el fresquito de la mañana.  Tengo el inmenso placer de caminar por un paseo que me regala cientos de aromas: pinos, lavandas, madreselvas llenan el aire de fantásticas sensaciones para mi madrugadora nariz, que las absorbe y fija en la memoria.

¡Ah!, de vez en cuando, mi pituitaria tiene un encontronazo con algún olor, generalmente proviniente no de las plantas sino de  mamíferos de dos patas. Sé que este es un tema delicado, pues quizá haya quien lo tome como políticamente incorrecto, pero harta estoy de sufrirlo en silencio, como las hemorroides.

Porque, vamos a ver, excepto en casos muy concretos, todos tenemos agua corriente en casa y jabón como para lavarnos y lavar nuestra ropa. En los supermercados hay desodorantes por un euro- menos de lo que cuesta una cerveza. Entonces... ¿por qué hay gente tan cochina, que va esparciendo un olor tremendo a diestro y siniestro?. Y si tienes suerte de que te pille en una calle, vaya, pero como sea e en el metro, o en un cine o en un sitio cerrado ¡Dios! Estás perdida.

Vaya por delante que servidora tiene un olfato muy fino - me viene por parte de padre- pero es que hay algunos/as cuyos alerones huelen peor que una fábrica de celulosa- que es uno de lo olores peores que recuerdo. Y quizá mis percepciones olfativas sean exageradas, pero no soporto ese hedor aunque venga del mismiso George Cluny. Y por el contrario no hay nada que me ponga más que un hombre aseado y oliendo a Clavin Klein.

Señores y señoras guarrillos, hagan una obra de caridad y usen el agua para algo más que para beber. Piensen en lo placentero que es  que corra el líquido elemento  por sus cuerpos y luego el frescorcillo de la ropa limpia y el desodorante en sus sobacos, que les transportarán al trópico. Si no hacen por ustedes, háganlo por mi...


Sed felices

sábado, 6 de julio de 2013

Calores, masturbaciones y crímenes

Que el calor me obnubila es un hecho. Por eso, cuando vi ayer un titular en el que un grupo de ultracatólicos  pedía que se equiparara la masturbación a un crimen, a una forma de aborto, sinceramente pensé que alucinaba pepinillos por las altas temperaturas.
Haciendo de tripas corazón- me encanta esta expresión de intercambio visceral- acometí una inmersión en el artículo que, todavía, me produjo más pasmo, pues se catalogaba a los espermatozoides de potenciales portadores de alma.
De esto deduje dos cosas. Una, que para estos talibanes pro vida  la actividad masturbatoria es eminentemente masculina-el machismo hasta el límite-, y por otro lado, que no se pueden decir más barbaridades que las dichas por ellos. Reproduzco el siguiente párrafo, que no tiene desperdicio, de Alicia Latorre, miembro de ese colectivo:

“La masturbación es criminal porque inicia al sujeto en un espiral de perdición: sabemos que de la masturbación es fácil pasar a la soledad compulsiva, a la actividad criminal, a las violaciones, a la corrupción, a la drogadicción y finalmente al ateísmo”- y continúa-“La masturbación será tipificada como asesinato doloso potencial, el crimen atroz que representa esa abominación a los ojos de Dios. De la misma manera la polución nocturna debería considerarse un asesinato culposo potencial”.

¿Ante esto qué podemos decir, qué podemos hacer? ¿Reir, llorar, mandarla a esta mujer un vibrador para que se de una alegría al cuerpo y deje de estar tan amargada... ?

Verdaderamente es patético que haya sectores que sigan viendo las prácticas sexuales más naturales como algo abominable, mientras justifican otras muchas injusticias y siguen con su principio de a Dios rogando y con el mazo dando.

Tendremos que andarnos con cuidado, no sea que le den ideas a Gallardón y corra a
modificar el Código penal, considerando delito "hacerse unas pajillas", como diría nuestro querido Torrente.

En fin, mientras tanto, que cada uno apague sus calores, los de dentro y los de fuera como le de la gana, y a los reprimidos, ni agua.

Sed felices.

miércoles, 3 de julio de 2013

Fotografías (microrrelato veraniego)



Descargó la tarjeta de memoria con las fotografías de sus vacaciones. Numerosas imágenes se agolpaban mostrando instantes, compañías y paisajes.

 En una de ellas, de rodillas en la orilla del mar, se  veía a sí misma sonriente, con su bikini añil y negro y la  melena al viento. A su derecha, un hombre maduro, de un rubio casi blanco, que también sonreía,  había entrado en el encuadre.

A miles de kilómetros, en su casa de Estocolmo, Hans Gustafsson, mientra repasaba las instantáneas tomadas en sus vacaciones en España,  se preguntaba quién sería esa mujer morena, de bikini azul y negro, que, arrodillada en la arena, aparecía en una de sus  fotografías.

Sed felices