sábado, 30 de junio de 2012

Objetivo: vivir.

Cuatro días sin ver la televisión, ni oír la radio , ni  abrir un periódico. Sólo paseos a la orilla del mar y hora y horas de charlas: en la playa, en la piscina, en el jardín por la noche...
No sabían a cuanto estaba la prima de riesgo, ni si ya se había producido el rescate. ni les importaba. El mar estaba de un azul precioso y el cielo aparecía a pequeñas rayas entre las hojas de las palmeras, mientras tumbadas en la toalla,  los temas de conversación se enlazaban unos con otros, entre su amiga y ella.
Parece mentira, pensaba, pero las mujeres somos capaces de diseccionar el más pequeño detalle y convertirlo en objeto de interés. Desde el color de la pintura para un pasillo, hasta el vestido que se iba a  poner en la próxima celebración, pasando por temas de trabajo, hijos y, como no, del futuro.
Aquellos que la conocían sabían que era  una conversadora nata. Le encantaba hablar, y siempre decía que los mejores ratos los había  pasado intercambiando opiniones.  Por eso, este largo fin de semana había sido tan gratificante. Las palabras las envolvían como una niebla clarificadora, pues en cada una de ellas volcaban sentimientos desnudos de todo artificio, como solo se puede hacer cuando la confianza nace de una amistad sin condiciones.
Ya de vuelta en el coche a casa, curiosamente el silencio se adueñó de ellas dos. Sabían  que el paréntesis se había acabado y que las esperaba otra vez la rutina, la toma de decisiones, la realidad cotidiana, que no mostraba esa vez su cara más agradable.
A pesar de todo, el sustento de estos cuatro días, su voluntad de  disfrutar de la vida,  había llenado de reservas  su regreso. Dos mujeres, sus circunstancias y un solo objetivo: vivir.
Puso un cd de Pavarotti, cuya espléndida voz inundó el  habitáculo del coche, cantando el "Nessum dorma", metió quinta, abarcó con su vista la autopista y, a pesar de todo o quizá por ello, se  sintió afortunada.

Sed felices


miércoles, 27 de junio de 2012

Triángulo amoroso

Nadie piense que esta entrada, elaborada en los calores rigurosos de este final de junio, va a tratar sobre una de las fantasías más recurrentes,   las relaciones sexuales a tres bandas. No, hoy quiero hablar del Amor.

Hace unos días leí, con curiosidad,  un artículo en una revista de divulgación la teoría del psicólogo Robert Sternberg sobre la tríada en que se sustenta el amor o lo que creemos es. Para este científico el sentimiento amoroso se apoya en tres principios: intimidad (o cercanía), pasión sexual y compromiso. La combinación de dos o tres da lugar, entonces, a las distintas relaciones que pueden darse en las parejas. Si existe nada más que intimidad, la relación es de cariño; si a esta le unimos la pasión sexual, estamos ante un amor romántico; si nada más que anida la pasión sexual, es el encaprichamiento lo que caracteriza la relación. Pero también se puede dar un respeto al compromiso adquirido con nuestra pareja, junto  con la cercanía, aunque entonces será un amor vacío.

Entonces, ¿cuándo llegamos al amor pleno?, pues cuando aparecen los tres elementos unidos: intimidad, pasión y compromiso.

Como vemos, aplicar una taxonomía a las clases de amor ha preocupado y preocupa a propios y extraños, sobre todo por encontrar contestación a la pregunta del millón: ¿por qué  empieza y  acaba el amor?
Seguro que son muchas las respuestas, pero la búsqueda del más grande de los sentimientos sigue impulsando a hombres y mujeres a encontrar a esa otra persona que haga que nuestro corazón  se acelere y nuestro estómago se llene de mariposas.

Y eso ocurre desde que el mundo es mundo.  Así lo consigna un texto egipcio de hace cuatro mil años:

"Tú amor me tiene cogido y no me puedo marchar.
Estoy más pálido que la hierba y parece que mi locura
es poco mejor que mi muerte"

 Sed felices

viernes, 22 de junio de 2012

Metamorfosis

Hace unos día, revolviendo en los cajones de un mueble en casa de mi madre-cosa que me encanta, porque siempre encuentro algo que no recordaba- apareció una foto mía de un viaje a Sevilla. Debía tener unos doce años, y, tengo que reconocerlo, francamente mal llevados: gafas, un corte de pelo a lo príncipe y un cuerpo sin formas, junto a  una actitud torpe y desgarbada de  preadolescente.
Sí, hubo una época que fui una niña poco agraciada. Pero jamás recuerdo que se hiciera en mi casa referencia a esa imagen. Para todos era una personita brillante, inteligente y que estaba llamada a ser una gran profesional el día de mañana. Y esto siempre se lo agradeceré a mi familia: ser capaces de poner el foco en la parte intelectual, y no en la física, lo que hizo de mi primero una niña, luego una joven y por último una mujer con una autoestima fuerte y segura.
Con los años me fui arreglando un poco, hasta resultar una mujer con una imagen aceptable. De tal manera, que mis hermanos, guasones donde los haya, dicen que después de la mariposa y la rana, la metamorfosis más increíble es la mía.
Bromas a parte, quería comentar esto con vosotros en relación a lo importante que es fomentar las cualidades intelectuales en los jóvenes, en una sociedad que tanta importancia da al físico, con tan graves obsesiones, algunas veces, que llegan a afectar la salud. Por suerte o desgracia, aunque seas una persona bellísima, el tiempo, implacable, socavará esa belleza. Pero si nuestra autoestima está sustentada en nuestras capacidades, en nuestra inteligencia, esfuerzo, voluntad, en aquello que siempre permanece, nuestra personalidad, estaremos encontrando, seguro el sentido último de nuestra existencia.
He guardado la foto de marras en un álbum, para tenerla a mano. Me enternece ver a esa niña feúcha, sentada en un coche de caballos del parque de María Luisa, sujetando una paloma, y saber que es parte de lo que hoy soy.

Sed felices 

miércoles, 20 de junio de 2012

Tentaciones y obligaciones


La mejor manera de resistir una tentación es caer en ella (Oscar Wilde).


Dicen que cada uno de nosotros tenemos un ángel y un demonio sobre  nuestros hombros, que nos van aconsejando como actuar. Lógico es de suponer la tendencia de estos asesoramientos. El ángel nos hablará de bondad, de solidaridad, de ir siempre acorde al bien de prójimo. Mientras, el diablillo nos impulsará a actuar a través de nuestras pasiones, incluso las más bajas, instándonos a convertirnos en el centro de nuestro mundo, convirtiendo el "ande yo caliente" en el tag-line de nuestra vida.
Y en este tira y afloja por encontrar el equilibrio entre el bien y el mal, parece debatirse nuestra existencia.A  lo largo de la Historia, los seres humanos, hemos querido representar esta dicotomía del bien y el mal, en la que se debate el ser humano de muy distintas formas. No ha habido ninguna civilización que no haya representado la bondad, protegida por la conciencia,  y la maldad, envuelta en las tentaciones,  en dioses, espíritus o encarnaciones. Incluso en las religiones o filosofías orientales establecen el famoso Yin-Yan.

Todos recordamos escenas, por ejemplo en los dibujos animados,  en las que el pequeño ángel insta a abandonar la mala acción con un "no lo hagas, no lo hagas" mientras que demonio empuja con un "hazlo, hazlo, que no pasará nada".

Al final, ¿de qué estamos hablando?. De mantener la balanza horizontal entre lo que quiero y lo que debo, obligación o devoción.

Decía Rousseau que el hombre, el ser humano, es bueno por naturaleza. Puede ser, quizá si nos dejaran criarnos como Mowgli, en la selva o en el bosque , no desarrollaríamos  ciertas actitudes "responsables" pero que también hacen crecer en nosotros la envidia, el recelo, la ambición, y simplemente nos guiaríamos las leyes de la naturaleza: nacer, crecer, reproducirnos y morir.


No sé. Tal vez tenga que ser así, y debamos de enfrentarnos diariamente a ese combate entre lo que nos apetece y las obligaciones....¿O dejarnos llevar y simplemente ser felices?

En este momento empieza a lucir el sol, y el diablillo que tengo en mi hombro izquierdo me invita a salir a pasear y me dice que a vivir que son dos días, mientras que el angelito responsable, sentadito en mi hombro derecho, con cara de no haber roto un plato,  me susurra que debo cumplir con el trabajo pendiente....¡Ufff!

Sed felices



lunes, 18 de junio de 2012

El cuaderno negro

No se acordaba como había llegado a sus manos. Era un cuaderno negro, de rayas, como esas que utilizaba de pequeña para hacer las planillas de caligrafía. Tenía las tapas duras, de cartón grueso, forradas de lo que parecía piel, pero que seguro era plástico. Se sujetaban con una banda elástica que le daba cierta originalidad.


Un día, de esos que a veces tenía, en los que le asaltaban unos ciertos nubarrones, empezó a escribir en él, pensamientos, reflexiones, o simplemente sucesos que acontecían. No era un diario, no. Ella no era muy amiga de diarios, porque además, en su opinión,exigían una cierta rutina, algo de lo que siempre huía.

Poco a poco las páginas se fueron llenando de sentimientos, sensaciones, que escribía a mano, después de tanto tiempo en que ya solo parecían existir las teclas del ordenador.

Ese día abrió el cuaderno. Estaba anocheciendo, y los árboles que veía desde la ventana formaban un bonito contraluz. Una ligera brisa acariciaba su rostro. Estaba tranquila.

Cogió el cuaderno negro y un lápiz y empezó a escribir. Y también a borrar. Las palabras fluían, y mientras unas permanecían, otras eran eliminadas por no ser capaces de transmitir lo que su mente quería.

Miró el reloj. Para su sorpresa habían pasado dos horas.

Observó el resultado:

Recojo de la comisura, 
con mi lengua,
la última lágrima  vertida,
que se funde en la saliva 
infecunda de palabras.


Se agota el día.


Y entre los dos se erige
el muro inexpugnable
de la soledad de tus silencios,
de mis preguntas flotando por el aire.


Respiró profundamente, cerró el cuaderno con su goma, y lo colocó en la estantería con una ceremonia casi religiosa. Lo merecía.  Al fin y al cabo, era el depositario de sus secretos, el relicario de su alma.

Sed felices.



sábado, 16 de junio de 2012

Teoría de la conspiración

Ayer tuve una reunión de trabajo en Madrid . El tema no era excesivamente acogedor,  pues estaba en relación con el sector industrial, pero, curiosamente, se generó una corriente de empatía  entre los asistentes que, una vez tratamos el tema principal, nos llevó a hablar de la situación actual y, como no, de la crisis.

En un momento de la conversación, se puso sobre la mesa la famosa teoría de la conspiración, resumen de la intencionalidad  programada de todo lo que está pasando, dirigido por unas mentes maestras diabólicas que quieren dominar el mundo.

Para mi asombro, alguno de los asistentes confesó que empezaba a creer que podría ser verdad, y que había llegado a estar tan desmotivado que cada día le costaba más levantarse para ir a trabajar. Bien, le contesté, entonces realmente están consiguiendo su propósito, pues no hay nadie más manipulable que quien ha perdido la ilusión y la ganas por avanzar.

A partir de esta situación que os comento, quiero compartir con vosotros la siguiente reflexión: decidme, mis queridos lectores, de toda esa vorágine de noticias nefastas que nos acompañan a diario, cuantas son suceptibles de ser modificadas por nosotros, curritos de a pié.

Sin embargo, a diario, nos bombardean, nos aplastan con toda clase de dardos informativos, hasta que nos dejan clavados al sofá, preguntándonos que va a ser de nosotros, mientras nos  inunda una total y absoluta sensación de impotencia.

Hace mucho tiempo que me negué a caer en esa trampa. Decidí ocuparme de aquello que estaba cerca de mi y podía: asesorar a mi vecina, que se ha quedado sin trabajo y quiere montar su empresa; acercar la cultura a mis vecinos; compartir mis ideas con compañeros para intentar que mi ciudad mejore.

Sí, he decidido que soy mucho más útil si dedico mis energías a aquello en lo que puedo influir y puedo cambiar. Tengo la peregrina idea de que si cada uno de nosotros hiciéramos lo mismo, funcionaríamos como una piedra al caer al agua: nos expandiríamos en hondas y llegaríamos mucho más lejos.

Si existe o no conspiración, sinceramente, me importa un bledo. Sé quien soy, donde estoy y hasta donde puedo llegar. Y con esto sigo caminando.

Sed felices.

jueves, 14 de junio de 2012

Viaje interior

Estamos acostumbrados a mirar al cielo, a contemplar aquello que nos rodea,  pero no sabemos mirar en nuestro interior. Quizá porque a veces tenemos  el temor de que aquello que vamos a encontrar no nos va a gustar.

No sé en donde leí que cada uno de nosotros éramos la suma de como nos veían y de como nosotros mismos nos percibíamos. Casi siempre nos quedamos en la primera premisa, sin intentar ahondar en ese conocimiento propio y necesario.

Hace tiempo que realicé ese viaje interior, que me llevo a enfrentarme a mis propios fantasmas, encarnados en esos miedos, en esos tópicos, en esos tabúes que nos anclan a una realidad que nos nos gusta.Y lo hice para poder evolucionar, para poder cambiar y enfrentarme a un nuevo entorno que mutaba todavía más rápidamente.

Hoy he participado en un taller de marketing personal, y me he podido dar cuenta como muchos de los asistentes, que intentaban buscar o mejorar su empleo, habían llenado el curriculum de cursos y experiencia profesional, pero en ningún momento de cualidades, actitudes y valores.

Claro, que para llegar a  saber cuales son esos valores, necesitamos realizar esa prospección de nosotros mismos, con el riesgo de encontrar que somos  nuestra mayor dificultad para avanzar.
En una entrada anterior de este blog hablaba de las apariencias. Ese es el meollo. Ante una entrevista de trabajo, comentábamos esta mañana, nos preocupa más dar una imagen, amparada en nuestra cualificación profesional, que expresarnos tal y como somos y mostrar nuestras verdaderas cualidades.

Conocernos es aceptarnos, y aceptarnos es empezar a querernos. Y si nosotros nos queremos y aceptamos, los demás también lo harán.

Está bien contemplar las estrellas, pero sin olvidarnos que dentro de nosotros hay todo un universo.

Sed felices.

martes, 12 de junio de 2012

Obscenidades

Muchos de mis lectores habrán tenido la oportunidad, el domingo pasado,  de leer en el suplemento dominical de un diario de tirada nacional las retribuciones de los consejeros de BFA, Bankia y Cajamadrid en 2011. La banda, que mejor sería la panda, salarial oscila entre el 1.600.000 euros de José Luis olivas (PP) hasta los 173.000 euros de Carmen Cavero (PP), que curiosamente es la esposa de Ignacio González, vicepresidente de Madrid, pasando por toda la escala y adscripción política y sindical : PP, PSOE, IU, CC.OO, UGT.

No sé como este suplemento no se vendía rectractilado, como las revistas porno, para impedir que los niños y jóvenes vieran semejantes obscenidades. Sí,  porque es una obscenidad que esta gente se lo lleve  crudo, cuando la mayoría de un país las está pasando canutas.

Puede haber alguien que piense que exagero al aplicar este término, obscenidad , pero si buscamos su significado, y así nos lo dice el diccionario,  equivale a repulsivo o detestable. Claro, que en este país de meapilas, siempre se ha aplicado a todo lo que tuviera que ver con el sexo y no con conductas como son  las que denuncio. Hartos estamos de escuchar a la jerarquía católica clamar contra todo lo que le huela a relaciones sexuales, ya sea homosexualidad, uso del condón o aborto. Pero ni dios, nunca mejor dicho, ha abierto la boca para denunciar semejante inmoralidad.

Lo que ha pasado con Bankia es un robo en toda regla, un pecado, un delito de lesa humanidad. Algunos de sus consejeros multiplicaron por tres o cuatro sus ingresos, sin que ninguno de ellos, ni de derechas o izquierdas, solicitara bajarse los sueldos. Y mientras,  miles de pequeñas empresas y autónomos tenían que cerrar sus negocios, porque  se les retiraba las líneas de crédito, y ciudadanos veían ejecutadas sus hipotecas de la noche a la mañana, encontrándose sin un techo que les cobijara.

Como decía el poeta, somos un país de charanga y sacristía, devoto de Frascuelo y de María,  en el que solo se peca de cintura para abajo y en el que  más vale  hundir un banco que robar una gallina.

Sed felices...

domingo, 10 de junio de 2012

Amigas en la tormenta

Se la perdió la mirada en el reloj, justo cuando ambas manillas coincidían, marcando el tránsito de un día al otro.
El salón se encontraba saturado de palabras y sentimientos, de pérdidas y ausencias, que suspendidas en el aire como si fueran humo , las envolvían ya en la madrugada,  donde las confidencias habían tomado protagonismo.

Pensaba en que ese era uno de esos  momentos en los que se pone a prueba a las personas, en los que conceptos como la amistad, tan fácil de manejar, de aplicar a tantos, toma seña de identidad y se tiene que encarnar en acciones.

La mesa recogía lo pañuelos de papel arrugados, que guardaban las lágrimas desbordadas de ambas. La gata recorría majestuosa el borde la mesa,  ajena a las confesiones que brotaban de los labios de las dos amigas, en esa noche de primavera. Fuera, en la calle,  las voces y risas de alguien traían ráfagas de realidad que se entrecosian con su conversación.

Y ella, que siempre había valorado la amistad por encima de todo, sabía que le había llegado el instante de estar junto a su amiga, golpeada, destrozada por la terrible experiencia vivida.

Y se encontraba preparada para ello, a pesar de sus propias circunstancias, porque estaba segura de que en ese envite ella también saldría reforzada. No hay mejor manera de ayudarse que ayudando a los demás. Ella lo sabía muy bien.

La noche seguía su curso, envolviendo a las dos amigas que, como barcos golpeados por la tormenta, llegaban desarboladas,  pero habiendo tomado la decisión de buscar refugio en el puerto de la amistad incondicional, en donde, con toda seguridad, repararían los daños, y volverían a navegar, como siempre, llenas de ilusión y ganas de vivir y con el viento a  favor.

Sed felices


jueves, 7 de junio de 2012

Yayaflauta

No es un aspecto de la manera de ser, es una apuesta en la vida. La  rebeldía es el motor que me ha guiado en mi existencia desde que tengo uso de razón. No tiene para mi connotaciones negativas, sino todo lo contrario. Rebelarme ante situaciones injustas, rebelarme ante posturas incoherentes, rebelarme por causas que me merecen la pena ha sido una pauta en mi vida.
Recuerdo a mi madre -creo que ya he tenido ocasión de comentarlo- llamándome abogada de pleitos pobres, cuando sacaba la cara por mis hermanos ante una injusticia. Igualmente en mi paso por la universidad, dejé la estela de no conformarme con aquello que consideraba no se atenía a la coherencia y lo  que me trajo algunos problemas, que al final pude solventar.
Esa postura no es cómoda, pero sentarte con los brazos cruzados y aceptar que nada puede cambiar es patético, además de aburrido y tedioso.
Ahora, en esta etapa de mi vida, sigo rebelándome. Utilizo los medios a mi alcance, incluido éste que estáis leyendo, para decir que no hay muerte más muerte que el conformismo. El ser humano necesita avanzar, necesita progresar. Es como esa crisálida  a la que le ha  llegado el  momento en que el caparazón le queda pequeño porque se ha transformado en mariposa, y tiene que salir. Si no, ¿qué destino le queda? Estar aprisionada vegetando hasta quedar seca....
Sin rebeldía no hay libertad. Y sin libertad la vida no es más que un recorrido circular, en vez de un camino.
Cada día que amanece se puede convertir en una oportunidad más para poder cambiar algo. No hablo de grandes cosas, de macrobjetivos, sino simplemente intentar poner el foco sobre las pequeñas injusticias que nos rodean, empezando por aquellas que nos afectan.
Tengo el convencimiento de que acabaré siendo una yayaflauta, de esas que veo, con ternura y admiración, en las puertas de las entidades bancarias, reivindicando y denunciando.
Ya se sabe, genio y figura....

Sed felices

martes, 5 de junio de 2012

Las llamadas del cartero

Soy una apasionada del la novela negra y de misterio, así como de sus adaptaciones al cine. Una de mis favoritas es "El cartero siempre llamados veces" de James M. Cain, de la que se hicieron dos versiones cinematográficas. La primera, de 1946, protagonizada por Lana Turner, con ese encanto en blanco y negro; la segunda, con Jessica Lange y Jack Nicholson, en 1981, de la que todos recordamos la tórrida escena en la mesa de la cocina.
Pero no voy a hablar de cine, a pesar de lo que pueda parecer con esta entradilla, sino del título de la novela. Hace referencia a la posibilidad de tener una segunda oportunidad. El cartero siempre llama dos veces para cerciorarse de que no hay nadie, antes de marchar sin entregar el correo. Y este ejemplo me lleva  a la reflexión de  que en la vida se nos pueden presentar varias oportunidades para corregir nuestros errores, para enderezar nuestro camino, para afrontar nuestros retos. Pero hay quien no es capaz de aprovecharlas, y ve que su suerte se escapa como agua entre los dedos.
Una vez un amigo me dijo que nosotros éramos los arquitectos de nuestra propia suerte. Nada más cierto. Algunos somos la suma de los aciertos y de los errores que hemos cometido a lo largo de nuestra existencia. Otros, simplemente, de los arrepentimientos.
No creo en la suerte, como algo incontrolable -sí en  el azar como en la lotería, por ejemplo- porque en la vida existen personas con  la capacidad de de ver, la intuición de percibir y la valentía de decidir, y éstas, seguramente, tienen muchas posibilidades de triunfar. Y el reverso de la moneda, aquellas que han determinado que aunque el cartero llame veinte veces, hasta que se le quede pegado el dedo al timbre, ellas no abrirán la puerta, simplemente por miedo a tener que elegir.

Sed felices.

domingo, 3 de junio de 2012

Libros, manzanas y felicidad

No concibo  la vida sin los libros. Quizá por que he tenido la suerte de que me acompañaran durante toda mi existencia y que en mi casa los hubiera desde siempre. Y digo la suerte porque para los que la lectura es una actividad cotidiana, nos es incomprensible que a otras personas no les guste leer e incluso se vanaglorien de que solo han leído un libro en su vida.
Muchos de mis mejores recuerdos están ligados a momentos en los que me dejaba envolver por la magia de los cuentos, de las leyendas, de los relatos y  de la poesía, aunque mucho más tarde, lo confieso.
Negar la posibilidad de acceder a la lectura me parece un crimen de lesa humanidad, pero mayor el poder y no hacerlo. Ya, ya sé que en la actualidad existen los video-juegos, pero no es excluyente. La lectura activa como nada la imaginación, porque es el lector el que construye a los personajes a partir de los datos dados por el autor y es en su mente en donde se escenifica la trama. Asimismo, nos da  la posibilidad de recorrer los escenarios en los que se desarrolla las acciones, viajando por el Mediterráneo clásico con Ulises, a la China con Marco Polo o al mar de los Sargazos en la cubierta de un barco pirata, haciéndonos vivir mil vidas.
En las páginas de un libro se esconden todas las risas, todas las lágrimas, todos los amores y las pasiones humanas.Y sobre todo, el hecho mágico, asombroso, de que alguien un día, se inventó una historia, un poema, y lo puso ante nuestros ojos para que nuestra vida se llenara de emociones.
Recuerdo que de niña, volvía del colegio y rápidamente me cambiaba el uniforme- yo era una niña de colegio privado- y cogía la merienda junto con el libro que estaba leyendo. Pertrechada con ambas cosas, me sentaba en un mullido sillón de orejas color granate que teníamos en el que llamábamos "cuarto pequeño", por sus reducidas dimensiones, me ponía un cassette de música clásica, barroca a ser posible, y abría el libro por la página en que me había quedado la noche anterior, antes del que el sueño me venciera. Hasta el día de hoy no recuerdo que era lo que me hacía disfrutar más, si el pan con chocolate, o las manzanas del refrigerio, o el libro en el que me embebía y del que era rescatada por la voz de mi madre, que me empujaba a hacer los deberes.
Hay una novela  que, como a  tantas niñas de mi generación, me acompañó muchas tardes. Me refiero a "Mujercitas" de Louise May Alcott. Adoraba a la segunda de las hermanas, Jo, tan resolutiva, alocada y llena de vida. Y  de este libro rescato una frase suya que viene a mi mente infinitas veces cuando recuerdo esas tardes de lectura y que podría considerarse un buen resumen: "la felicidad consiste en leer y comer manzanas".

Sed felices.

viernes, 1 de junio de 2012

Duelo


Otra noche en el que el sueño había ido y venido,  como un oleaje. Cada vez que abría los ojos la misma idea se le venía, sí, a sus ojos, porque lo veía en la oscuridad como un  anuncio de neón: mi padre ha muerto. Tenía que ser un pensamiento porque las palabras se quedaban atascadas en la garganta. Más de tres meses hacía y todavía no quería, no podía decir sin sujetar las mandíbulas que su padre ya no estaba, que  ya no estaría nunca más.
Bien sabe Dios que los últimos días antes del fallecimiento había pedido, había rogado que sucediera. Ella era valiente, ella era muy fuerte, todos lo decían, por lo que tenía que ser cierto, aunque se sentía a veces como una muñeca con piernas de trapo que no se caía al suelo por su fuerza de voluntad.
Fuera todavía era de noche, aunque un filo dorado en el horizonte señalaba el día recién nacido. El relente del amanecer o el triste recuerdo hizo que su cuerpo desnudo temblara y se dirigió al cuarto de baño, ansiosa de una ducha caliente.
Recogió su melena hábilmente con una pinza. Se miró al espejo. Bajo los ojos se perfilaban unas bolsitas que a veces la hacían pensar que estaban llenas de lágrimas no lloradas.
Porque realmente, no había apenas llorado. Solamente el día del velatorio. Claro, allí era imposible no llorar. El que más o el que menos soltaba una lágrima, dos o un llanto a raudales. Y cada vez que la abrazaban, ese cariño se anudaba a su garganta y no tenía más remedio que dar rienda suelta a su pena. Después, sus ojos se habían quedado secos.
Pero las palabras grabadas a fuego en su mente, esas, aparecían todas las noches, para recordarla que era cierto. Su padre había muerto. Su guía, su mentor, su amigo ya no la aconsejaría, la abrazaría o mantendría con ella discusiones bizantinas, que acababan con un ¡hija, que cabezona eres!
Abrió la ducha. El  agua estaba fría. Dejó que corriera y cuando cogió la temperatura se metió debajo. La gustaba estar unos minutos, dejando que el agua cayera por su cuerpo, por sus brazos, por sus piernas. El calor traspasaba su piel y llegaba hasta sus mismos huesos. Cerró los ojos…. Y las palabras volvieron a su mente.
De pronto escuchó como un gemido casi animal, que tardó en percibir que salía de su interior. Un dolor profundo, intenso, nacía de dentro de ella, pero no era físico, no era orgánico. Por primera vez, sin saber por qué, allí, bajo el agua, reconoció que estaba huérfana.
Se fue agachando hasta quedar echa un ovillo en el suelo de la ducha, con los ojos cerrados. Y entonces las lágrimas empezaron a brotar a raudales, confundidas con el agua que bañaba su cara. Lloró y lloró y lloró deseando que esas lágrimas liberadas se llevaran su pena por el sumidero, lejos, hasta el mar, y que allí se mezclaran con las cenizas de su padre.